4 x 40: Cuatro presidentes españoles han pasado por Cuba en cuarenta años

24 de Noviembre de 2018 1:25pm
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4 x 40: Cuatro presidentes españoles han pasado por Cuba en cuarenta años

Pedro Sánchez ha culminado su visita a Cuba, la tercera que de manera oficial realiza un inquilino de La Moncloa a este país caribeño; y la cuarta, en total, contando la realizada por José María Aznar con motivo de la IX Cumbre Iberoamericana celebrada en La Habana en 1999.

Oficialmente, Adolfo Suárez fue el primer presidente del Gobierno de España que visitó la isla, en 1978. La segunda visita sucedió en 1986, durante uno de los mandatos de Felipe González.

José Luis Rodríguez Zapatero estuvo en La Habana en visita privada a principios de 2015, pero ya había culminado su mandato.

Sánchez es el primer jefe del Gobierno español que pisa suelo cubano en el siglo XXI y también el primero que lo hace con tan poco tiempo en el cargo.

La estancia en Cuba del actual presidente de esa nación ibérica fue realmente breve, desde la tarde del 22 de noviembre de 2018 y hasta el día siguiente.

Fueron poco más de 24 horas las que permaneció Sánchez en la capital cubana, donde cumplimentó una apretada agenda matizada por encuentros oficiales, firmas de acuerdos, recepciones, reuniones con empresarios, una rueda de prensa, un foro de negocios, un encuentro con la comunidad española en la isla, un acto solenme y la inauguración de una muestra de arte, además de otras actividades protocolares.

 

 

La columna vertebral de su visita la constitutían los temas económicos y la nececidad de establecer un vehículo de diálogo permanente e ininterrumpido que le garantice a España más protagonismo en el llamado "acompañamiento a Cuba" en su camino hacias las reformas.

Acompañamiento fue una de las palabras que más remarcó Sánchez, secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), durante su visita a Cuba.

De hecho, tres horas después de su llegada, el mandatario español y el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, asistían a la firma de un memorándum por el que ambos países acuerdan contactos políticos permanentes, con reuniones anuales en las que abordarán temas de interés común.

Si bien es cierto que existe un convenio con esas mismas características, suscrito entre la Unión Europea y Cuba, vale destacar que ningún otro país del bloque comunitario ha logrado rubricar un pacto individual como el que ahora tienen los gobiernos de La Habana y Madrid.

El acuerdo no solo sella el compromiso de realizar una vez al año acercamientos políticos de alto nivel entre los dos países, sino también de revitalizar los encuentros culturales bilaterales y reforzar, con un espaldarazo institucional, la amplísima gestión comercial e inversionista de España en Cuba.

Pese a que las relaciones entre ambas naciones siempre han sido sólidas, ha habido momentos de mayor esplendor y otros muy álgidos, pero nada que no se haya podido zanjar a favor y en nombre de lazos históricos irreversibles. Y en este particular, los nexos económicos han jugado un papel vital.

En el marco de la vigésimotercera reunión del Comité Empresarial Cuba-España, al que asistieron tanto el presidente Sánchez como Díaz-Canel, quedó claro el compromiso de Madrid con La Habana: un mayor impulso económico de cara a las reformas que emprende Cuba, y en las que el apoyo del presidente español a la “pequeña y mediana empresa cubana” quedó patentizado.

España desempeña un papel muy importante en la economía cubana: es el primer socio comercial europeo de la isla, el tercero a nivel global (superada únicamente por Venezuela y China) y está muy próxima a convertirse en el segundo “partner” a escala mundial.

Para lograr esto último, España busca enlazarse en algún proyecto “de envergadura” que Cuba necesite para su despegue económico definitivo, por ejemplo, las energías renovables, un tema en el que ese país ibérico marcha a la vanguardia mundial.

Cuentan de igual forma los ferrocarriles, la industria agroalimentaria, la gestión aeroportuaria, así como el turismo, considerado el sector más dinámico de la economía cubana y en el que nadie se acerca a España en materia de inversiones en la isla.

Falta entonces un elemento que, hasta hace algunos años, no era tan visible en Cuba: la pequeña y la mediana empresa, impulsada por un sector privado emergente que, por una parte, le ha permitido al Estado desembarzarse de pesadas cargas presupuestarias que antes estaban destinadas a los servicios (restaurantes, cafeterías, peluquerías y demás), y que por otra parte, se ha permitido crecer y fortalecerse dentro de un marco legal aprobado por la legislatura cubana.

Es ese renglón novedoso hacia el que España centrará esfuerzos a partir de ahora, de la misma forma en que lo ha hecho, y lo seguirá haciendo, hacia los sectores vitales de la economía cubana.

Bienvenida, entonces, la fuerza renovadora con la que España quiere acompañar a Cuba en su sano afán por desarrollarse económicamente, pese a las presiones externas y obsecadas de otros, como la administración norteamericana de Donald Trump, que insiste en desahacer lo poco que se había avanzado en tantos años de hostilidad.

 

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