Turismo religioso: El peregrinaje por la Jornada Mundial de la Juventud
Casi un millón de personas de más de 200 países – en su mayoría, procedentes de España, Europa e Iberoamérica – se reúne en Lisboa con motivo de la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud), el acto católico más multitudinario, y que protagoniza el papa Francisco con su visita a la capital portuguesa.
El encuentro, que comenzaba el pasado martes 1 de agosto y finalizará este domingo, es uno de los eventos más importantes para la Iglesia Católica y para los peregrinos, y representa asimismo una importante oportunidad para el turismo en los destinos en los que se celebran estas jornadas.
Consecuencia de ello, el país peninsular y su sector turístico han tenido que dedicar todos sus esfuerzos a acoger la masiva llegada de peregrinos a la capital lusa. Por ejemplo, el Ayuntamiento de la ciudad y la Asociación de Turismo de Lisboa pusieron en marcha la campaña “Lisboa, donde todo suena diferente”, que muestra los innumerables atractivos de la capital lusa e invita a todos los visitantes a descubrirlos, más allá de la propia asistencia a la JMJ.
Tal es la presencia de peregrinos en Lisboa durante estos días que, según informaba Proceso Digital, los hoteles de la ciudad presentan una tasa de ocupación muy elevada, prácticamente rozando el lleno. Por su parte, la Asociación de Hotelería de Portugal (AHP) apunta que la ocupación se sitúa en el 91%, y con unos precios medios que se sitúan en una media de 225 euros.
Con estas cifras, no resulta muy complicado deducir que el impacto económico de un evento de tal magnitud es notable. Según un estudio de PwC Portugal, la Jornada Mundial de la Juventud supondrá una derrama económica de entre 411 y 564 millones de euros.
Una peregrinación que deja huella en otras ciudades
Este importante movimiento de peregrinos hacia Lisboa no está únicamente generando un impacto económico en la capital lusa, sino que está dejando beneficio en todos aquellos destinos previos que recorren estos viajeros.
Es el caso de múltiples ciudades españolas, que están viendo como por sus calles atraviesan miles de peregrinos católicos, quienes consumen y visitan los principales monumentos de estos destinos. Por la ciudad de León, entre la ida y la vuelta del encuentro, se estima que pasen 4.000 jóvenes.
El mismo número de peregrinos recibirá Oviedo, ciudad también ubicada en el norte de la península, mientras que en Santiago de Compostela, en Galicia, 2.000 jóvenes franceses han recalado previo a su llegada a Lisboa. De hecho, hoteles y agencias de viajes de estas ciudades informan de que han recibido numerosas peticiones de reservas durante los días previos y posteriores a la JMJ 2023.
El turismo religioso, cada vez más presente
Los datos de asistencia a las pasadas ediciones de la Jornada Mundial de la Juventud dan cuenta del poder de reunión que posee el mayor encuentro católico del mundo. En la última edición, celebrada en Panamá en 2019, participaron unas 700.000 personas, y el país recibió unas 27.000 personas entre peregrinos y voluntarios. La celebrada en Cracovia en 2016, por su parte, contó con la participación de más de un millón y medio de personas, y recibió 335.437 peregrinos de 187 países, según informó el Vaticano.
Las ediciones anteriores celebradas en Río de Janeiro – en 2013 – y en Madrid – en 2011 – no se quedaron atrás, ya que la capital brasileña recibió unos dos millones de turistas que generaron un impacto de más de 500 millones de dólares – según datos de la administración brasileña –, mientras que la capital española reunió a millón y medio de personas.
Conscientes de la fuerza del turismo religioso, diversas instituciones han querido apostar por hacer uso de este segmento como motor económico de diversas regiones a lo largo del mundo.
Es el caso de ASICOTUR (Asociación Internacional para la Cooperación Turística) o de la Orden del Camino de Santiago, que trabajan, junto con diferentes instituciones a nivel mundial, para acercar y promover el turismo religioso en otras partes del mundo. Un buen ejemplo son las iniciativas de los Caminos Iniciáticos, que nacen con el propósito de vincular el Camino de Santiago Europeo con aquellos espacios que tienen cierta vinculación con la figura del Apóstol y la ciudad de Santiago de Compostela.