Atentado terrorista, un duro golpe al turismo en Túnez

29 de Junio de 2015 4:10pm
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Miles de turistas iniciaron el fin de semana último en Túnez un éxodo poco usual, desde este destino de sol y playa tan característico.

Y es que el viernes anterior un lugar paradisíaco se convirtió en un infierno de muerte, cuando un estudiante abrió fuego contra decenas de veraneantes que disfrutaban del mar en el hotel Riu Imperial Marhaba en Port El Kantaoui (cerca de Susa) y acabó con la vida de 38 personas, 15 de ellas británicas, además de ocasionar otra treintena de heridos.

Tras el shock, unos 3 000 turistas partieron desde los aeropuertos cercanos a Susa en vuelos chárter fletados por los touroperadores europeos, según confirmaron a la prensa fuentes de la terminal aérea de Enfidha.
 
En total, más de 5 000 vacacionistas dejaron el país. Muchos fueron evacuados desde el aeródromo, situado a medio camino entre Túnez y Susa y considerado como la última obra de Ben Ali.

Pero la gran huida continuaba este fin de semana con vuelos prácticamente cada 20 minutos.

"No queremos hablar de lo acontecido", rechazaba un matrimonio de ingleses. "Nos vamos porque teníamos previsto volver, pero hemos pasado horas de pánico. Estábamos en el hotel de al lado", comentaron parcas tres amigas alemanas en la cincuentena antes de apresurarse a la puerta de embarque.

Entre las anécdotas reportadas por la prensa internacional, sobresalen algunas: "Mi mujer ayudó a una de las heridas en la playa", confesó un holandés. "Tenía una herida de bala en el muslo. La ayudé primero a trasladarse a otro lugar y luego taponé la herida con toallas", explicó la esposa.

"No nos vamos porque estemos asustados, esto podría pasar en cualquier sitio, en Amsterdam o Madrid, como ya ocurrió. Teníamos planeado volver hoy", señalaron casi a la carrera hacia el avión.

"Llevamos 10 años viniendo de vacaciones a Túnez", subrayó la hija adolescente. ¿Volverán? "¡Por supuesto! Túnez es un país pacífico que rechaza el terrorismo", asintieron todos antes de escaparse.

Decenas de autobuses turísticos se apilan en el aparcamiento del aeropuerto. Una vez vaciados, parecen inservibles para nuevos trayectos con nuevos turistas que por ahora no arribarán.

En las pantallas de la sala de llegadas, los vuelos se mantienen, pero sólo traen en su interior un puñado de personas. La seguridad en el aeropuerto no ha sido reforzada.

El hotel Riu Imperial Marhaba, escenario del ataque, el día después amaneció silencioso y encerrado en sí mismo. Un dispositivo de seguridad ha dejado blindada la entrada. Al fondo podían verse los efectivos de las fuerzas de seguridad realizando sus pesquisas.

Según la dirección del hotel, el Imperial Marhaba ha sido el primero en sufrir una oleada de cancelaciones de reservas que ha contagiado a toda la zona. De los 620 turistas que había alojados en el Resort el día del atentado, hoy quedan menos de 100.

"Respeto su decisión, no culpo a los que han partido, han visto cosas muy difíciles de asimilar y es normal que quieran irse", declaró Zohra Driss, la propietaria del hotel que gestiona en partenariado con la cadena mallorquina Riu.

Un equipo de psicólogos continúa prestando asistencia a los turistas que han decidido continuar su estancia y la seguridad del hotel mantiene a la prensa alejada."Creo que los que querían marcharse ya lo han hecho. Muchos me han dicho que se van, pero que volverán en septiembre", añadió la dueña, descartando que el éxodo se prolongue.

Pero lo que sí asegura Driss es que el atentado no fue por casualidad en su hotel. "Los terroristas no han atacado el primer hotel que encontraron. Pasaron de largo muchos hoteles antes de llegar aquí, ¿por qué? Pienso que este hotel era el objetivo.

Es uno de los más conocidos, trabaja muy bien. Y además, la propietaria también es diputada por el partido Nidaa Tunis, una formación que ha luchado mucho contra los extremistas", afirmó a los periodistas hablando de sí misma en tercera persona. "Yo siempre he luchado por las libertades de la mujer, por la democracia y siempre he dicho que defenderé mi país", añadió.

Hija del millonario Mhammed Driss, Zohra ha destacado en política como miembro del partido laico Nidaa Tunis, que lidera el presidente tunecino, Beji Caid Essebsi, y que en octubre ganó las elecciones parlamentarias desbancando a los islamistas de En Nahda con un discurso que ponía énfasis en la seguridad y el laicismo.

El patriarca Driss es dueño de varios complejos hoteleros por todo el país y ha repartido su imperio entre sus hijos, tres mujeres (además de Zohra, Aisha y Mariam) y un varón (Hisham).

Driss, aunque ya muy anciano, es además muy conocido en Susa por ser el patrón del equipo de fútbol de la ciudad, el Etoile Sportive, un verdadero símbolo local. La notoriedad de la familia es evidente y no parece que sea casual, como considera Zohra Driss, que los terroristas hayan dejado la elección de este hotel a la casualidad.

El escudo rojo de la escuadra futbolística de Susa preside, junto a un mural con una azora del Corán y el juramento hipocrático, el despacho de Anis Hamsa, director médico de la clínica Les Oliviers, a pocas manzanas del Riu Imperial, y propiedad también de Zohra Driss.

Allí fueron ingresados 15 de los 38 heridos del atentado la tarde del viernes último, reivindicado por el autodenominado Estado Islámico (EI).

"A las 12 en punto sonó el teléfono para pedirme que enviáramos dos ambulancias al hotel Riu Imperial Marhaba. A los pocos

minutos, comenzaron a llegar más turistas heridos que traían los trabajadores del hotel y los vecinos en sus propios coches", contó Hamsa.

"Espero que el mundo entienda que los tunecinos no somos así. El terrorismo es un extraño para nosotros", dijo con rabia el médico Anis Hamsa.

"Los pacientes tunecinos que estaban en la clínica cedieron su turno a los turistas y dimos la prioridad exclusiva a salvar la vida de los heridos en el atentado. Todos los doctores y el personal hicieron todo lo que pudieron e incluso doblaron sus turnos para atenderles", recordó apenas recuperado del shock, horas después de lo ocurrido.

Hamsa relata la labor de los médicos y enfermeras como una gesta heroica, aunque muchos sanitarios lloraban mientras les atendían.

No podían creer que el terrorismo hubiera puesto los ojos en la azul y soleada Susa. "Tenían heridas de todos los tipos y logramos salvarlos a todos, excepto a una persona, que ya llegó muerta a nuestra clínica. Le reanimamos, pero falleció poco después. Estoy muy orgulloso de mi equipo. Logramos salvar heridas muy graves".

La mayoría de los heridos han sido evacuados ya a sus países de origen, algunos en aviones medicalizados. Sólo quedan dos británicos, que siguen en cuidados intensivos, aunque fuera de peligro.

"Estamos todos conmocionados y tristes. Esto no es Túnez. Espero que el mundo entienda que los tunecinos no somos así. Me enfada que esto haya ocurrido en Susa, donde recibimos a turistas de todo el mundo. Odiamos la violencia, el terrorismo es un extraño para nosotros", reiteró con rabia.

Las agencias de viajes comenzaron desde el viernes pasado a evacuar a sus clientes, como la belga Jetair, que informó de la repatriación de miles de ciudadanos de ese  país, o el touroperador Thomson, que anunció el envío de 10 aviones para retornar a su nación de origen a 2 500 turistas británicos, así como la anulación de todos sus viajes a Túnez para la semana próxima.

Turoperadores como TUI, Neckerman, Thomson Itaka y Rainbow Tours han cancelado ya vuelos al país mientras otros evalúan la situación muy de cerca.  

Otros reportes de prensa

"Los tunecinos temen un porvenir negro para el turismo", así titulan sus noticias algunos de los reporteros que escribieron sobre el infierno vivido en las últimas horas cuando al menos 38 personas, entre ellas un gran número de turistas británicos,  murieron asesinadas por un estudiante quien, haciéndose pasar por un veraneante más, entró en la playa de un hotel en la estación balnearia de Port El Kantaoui, a unos 20 kilómetros de Susa, y abrió fuego  indiscriminadamente. 

En la medina de Susa, Alí Soltani hojea un  diario tratando de entender cómo pudo ocurrir el sangriento atentado."Ya no hay  esperanza. Es un golpe mortal para el turismo", se lamentó el comerciante.

La matanza ha conmocionado a los tunecinos y hace temer que a numerosos habitantes de Susa, gran ciudad  turística del centroeste del país, que se avecinen años negros para ese sector, vital en su economía y que da empleo a 400 000 personas.

"Todavía no asimilo lo que pasó ayer", confiesa Soltani. "Es más que una  catástrofe, ya no hay esperanza para los próximos años". 

Muchos siguen incrédulos por ver el país golpeado por atentados sangrientos  contra civiles extranjeros, dos veces en tres meses. El 18 de marzo, 22  personas (21 turistas y un policía tunecino) murieron en el museo del Bardo, en Túnez, a manos de dos jóvenes armados. El EI reivindicó también ese ataque.

"Hace mucho daño. Aún nos estábamos recuperando del Bardo y recibimos otro golpe aún más fuerte", lamentó Alya, habitante de Susa. (Con información de la reportera Rosa Meneses y varias agencias de prensa).

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