Un rostro emblemático de la escena cubana: el santiaguero Adolfo Llauradó
“Lo que sucede es que no sé hacer otra cosa, y eso es lo malo. Si voy a poner un clavo me doy un golpe en el dedo; no sé hacer nada, lo hago mal. Y no es porque no quiera, pero no me fijo bien en eso, lo único en que me fijo es en actuar, y es lo único que he hecho en mi vida,” confesó Adolfo Llauradó y no se equivocó porque su presencia en el cine, la radio, el teatro y la televisión de manera asidua y con una calidad insuperable avalaron a este actor como uno de los rostros más emblemático de la escena cubana.
En la radioemisora CMKC trabajó durante un tiempo como parte de su cuadro dramático antes de ir a probar suerte a la capital cubana y llegar a compartir escena con los grandes rostros femeninos del cine y la televisión como Raquel Revuelta, Eslinda Núñez y Daysi Granado.
Muchos recuerdan el rostro de Adolfo Llauradó en la década del 60 cuando el incipiente Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC) realizaba sus primeras producciones.
En los emblemáticos filmes “Lucía” y “Retrato de Teresa” fue el protagonista y esto le valió merecido prestigio para próximos trabajos no solo en el cine y la televisión sino en el teatro, donde interpretó importantes obras. Aunque la más recordada fue su intervención en la ya clásica “Santa Camila de La Habana Vieja”.
Otras de las películas donde actuó fueron en “Manuela y Cecilia”, “El Hombre de Maisinicú” y “Las Profecías de Amanda”, así como en coproducciones con España, Perú y Venezuela.
Además de la actuación el magisterio fue otra faceta en la vida de Llauradó que nació en el año 1941. Colaboró con estudiantes y realizadores graduados de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños.
En 1998 creó en su casa el Taller de Actuación "La Terraza" con el propósito de preparar niños y adolescentes para presentarse a las pruebas de ingreso de las escuelas de arte.
Participó en Festivales Internacionales de Cine en España, Moscú, Francia, Brasil y de Teatro en La Habana, Camagüey, España y Yugoslavia, entre otros.
La muerte lo sorprendió a los 60 años de edad y en plena etapa de fecundidad creativa, cuando ya había dirigido dos documentales "Las Divas" y "Esmeralda", este último premiado en el último Festival Caracol de la UNEAC e iba a ser el protagonista de un filme de Pastor Vega, "Resurrección".
Acerca de este versátil actor santiaguero el crítico uruguayo, Jorge Rufinelli, expresó:
“¿Quién no lo recuerda en el tercer episodio de Lucía, rodado por Humberto Solás, en 1968, celando a la iletrada guajira, su mujer, mientras el alfabetizador se empeña en enseñarle a la muchacha las primeras letras; o en la memorable Retrato de Teresa, de Pastor Vega, de 1979, como Ramón, el marido tan infiel y machista como vulnerable? (…).
Más que los capangas crueles y cazadores de esclavos que alguna vez encarnó en la pantalla, Adolfo Llauradó forjó la imagen de un hombre apasionado, celoso y dominador, con rasgos humanos y no de cliché, imagen que para algunos resultaba un vestigio del período prerrevolucionario, y para otros era un elemento permanente de la idiosincrasia del Caribe.”




