Turismo de naturaleza en la provincia argentina de Santa Cruz
Cinco áreas naturales conforman los alrededores de Puerto Deseado, pequeña urbe pesquera en la provincia argentina de Santa Cruz, región de la Patagonia. Tierra de acantilados y antiguos cauces, tiene un importante pasado ferroviario y sorprende al viajero con su gran biodiversidad, apreciable a través de excursiones marinas y terrestres.
Con una topografía de extravagantes características, la ciudad de Puerto Deseado resguarda en estas tierras patagónicas el único río sudamericano cuyo cause abandonado fuera ocupado por el mar. Esta y otras atracciones a traen a miles de turistas que llegan a partir de octubre para disfrutar imperdibles avistamientos de fauna, tal como lo hiciera el incansable Charles Darwin hace ya más de un siglo.
Constituida en torno al puerto pesquero que le dio vida, se posiciona al noreste de la provincia de Santa Cruz, como un destino de primavera que permite la contemplación de escenas únicas en el planeta. Decenas de excursiones náuticas y terrestres incursionan en cada una de las cinco reservas naturales, donde se puede ascender a faros y miradores para apreciar la exótica flora y la fauna del lugar.
La ciudad suma también legendarias historias en cada uno de sus diferentes museos. Ubicada al sur del golfo San Jorge, forma parte del Corredor Turístico Ruta Azul, que se extiende desde Camarones, en Chubut, hasta Río Gallegos (Santa Cruz), uniendo los parques marinos costeros adyacentes a la Ruta Nacional 3.
Según Rosa Aravales, directora de turismo de Puerto Deseado, con ese Corredor la costa de la ciudad se muestra favorecida, puesto que se une la Ruta 3 con la Ruta 40 justo en el kilómetro 0 de Cabo Vírgenes, formando un circuito muy atractivo para el exigente turista extranjero que busca la conexión con la naturaleza austral.
Naturaleza virgen
Las áreas protegidas de esta región de San Cruz representan una parada obligada para los amantes de la naturaleza y aficionados a la observación de fauna. El itinerario comienza en el punto más lejano representado por el Refugio de Vida Silvestre, más conocido como Cañadón del Duraznillo. Distante unos 120 kilómetros de la ciudad, se ubica en campos de la Estancia La Madrugada, desde donde se puede apreciar a guanacos, choiques, águilas y caranchos.
Es un sitio privilegiado que también permite el ingreso a la Reserva Científica Monte Loayza, donde se encuentra la lobería continental más grande de la provincia. Ya un poco más cerca de la urbe aparece Cabo Blanco, el refugio de los lobos marinos de dos pelos. Un área custodiada desde 1937, donde sobresale la flora xerófila de la estepa patagónica y un antiguo faro, construido en llamativos ladrillos colorados, concentra todas las miradas.
Entre los espacios de mayor relevancia está la Reserva Natural Ría Deseado. Una rareza geológica que hace miles de años permitió, en un cauce de 40 kilómetros, que las aguas del océano ingresaran al continente. Es hábitat natural de cormoranes, pingüinos de Magallanes, petreles, flamencos, cisnes, skúas, ostreros, toninas overas y delfines australes, entre muchas otras especies.
Finalmente, entre los faros de Puente Mercedes y Cabo Guardián yace la Bahía Laura, espacio de nidificación de gaviotas coneras, patos crestones y ocasionales toninas overas.
El famoso penacho amarillo
Sobre la costa sur se alza la pintoresca Reserva Provincial Isla Pingüino, que incluye islotes adyacentes a la Bahía Oso Marino. Elegida por una gran colonia de “pájaros bobos” de penacho amarillo, se ubica a escasos 24 kilómetros de la ciudad.
La titular de Turismo de Puerto Deseado explica que el pingüino de penacho amarillo es uno de los “productos turísticos” más buscados en la zona, ya que su avistaje se limita a muy pocos sitios de la Patagonia. “A la reserva provincial Isla Pingüino –señala Rosa Aravales- se accede únicamente por agua desde Puerto Deseado. Además del penacho amarillo, también hay una diversidad de avifauna importante, porque allí se ubica Isla Chata, un pequeño apostadero de lobos, elefantes marinos y aves de mar abierto”.
Aravales agrega que se trata de un lugar virgen donde no hay construcciones y se cuida que la actividad turística no cause impacto negativo: “Tenemos cuatro prestadores de servicios turísticos que tienen la misión de cuidar el recurso”.
Historia sobre rieles
En la ciudad, uno de los paseos que llevará al visitante por historias del pasado es el Museo del Ferrocarril, situado en la antigua estación de trenes originalmente pensada para conectar Puerto Deseado con Bariloche.
Como fiel testimonio, conserva en su interior gran parte del material utilizado en la época en que los vagones estaban en funcionamiento, pero que sólo alcanzaron a recorrer 280 de los mil kilómetros deseados, hasta el poblado de Las Heras.
Entre fotografías, maquetas y antiguos teléfonos, esta iniciativa llevada a cabo por ex trabajadores ferroviarios relata la historia de uno de los medios de transporte que marcaron un verdadero cambio para la Patagonia, hasta que en 1978 dejó de funcionar.
El circuito agrega una visita al denominado Vagón Histórico, donde actualmente funcionan las oficinas de Informes Turísticos. Se trata de una formación de 1898, testigo de las feroces operaciones militares que se montaron contra los huelguistas rurales en 1921, y que hoy se recuerda como la Patagonia Rebelde.
Paseos urbanos
Entre las calles 12 de Octubre y Don Bosco, el visitante encontrará la Iglesia Nuestra Señora de la Guardia y el antiguo colegio salesiano San José, donde se erige el Museo Regional Padre Beauvoir, especializado en ciencias naturales y arqueología.
Sobre la costanera, es imperdible una caminata por el Muelle de Ramón, donde funciona hoy el Club de Pesca y Náutica. Construido en madera a principios del siglo XX, poseía entonces unas originales vías para el trasbordo directo de mercadería hasta los vagones del tren.
Otro de los protagonistas de la historia es el Museo Municipal Mario Brozoski, en el que se conservan los restos de la corbeta inglesa Swift, que naufragó en marzo de 1770. Encontrados en las turbulentas aguas de la ría recién en 1982, se exhibe una gran cantidad de objetos pertenecientes al buque hundido.
Apartado de lujo
A unos 250 kilómetros de distancia vale la pena visitar uno de los yacimientos fósiles más importantes de la Argentina: el Bosque Petrificado Jaramillo. Unas 10 mil hectáreas protegidas desde 1954, donde es posible encontrar troncos de árboles que llegan a medir 30 metros de largo.
Constituido con anterioridad a la imponente Cordillera de los Andes, fueron las copiosas lluvias del Pacífico las que posibilitaron en el sitio el crecimiento de una frondosa vegetación que resistió el paso del tiempo y las inclemencias naturales que luego se produjeron.
Sabores para degustar
En la zona patagónica costera, los platos suelen tener como ingrediente principal los mariscos, entre langostinos, mejillones, calamares y pulpos, por sólo mencionar algunos. También existe una amplia carta de pescados como la merluza negra, el abadejo o el pejerrey.
Y para los que buscan una típica carne argentina, nada mejor que un cordero al asador acompañado por una aromática copa de vino tinto. Para llevar como recuerdo, artesanales dulces de rosa mosqueta, sauco y calafate.
Valioso hallazgo
Hace apenas cuatro años, científicos de la Universidad de Buenos Aires descubrieron en Puerto Deseado el fuerte español más antiguo de la región sur del país, que estuvo poco más de 100 años bajo tierra.
Fue la Real Compañía Marítima de Carlos IV, quien en 1790 mandó a erigir esta construcción para cazar y extraer aceite de lobos marinos y ballenas. Luego de permanecer abandonada durante casi treinta años, en 1884 fue apropiado por un grupo de colonos al mando del capitán Antonio Oneto. En el hallazgo se encontraron objetos de uso cotidiano de esa época: zapatos, tinajas y platos de cerámica, entre otros.




