Por los caminos de la fiebre del oro en Argentina
La región argentina de Cuyo alberga entre sus tesoros La Carolina, poblado que conserva su arquitectura colonial y que protagonizó la llamada “fiebre del oro” a mediados del siglo XIX. A unos 80 Km. de la ciudad de San Luis, es uno de los destinos preferidos para el turismo minero y de aventura en el país sudamericano.
La Carolina está situado en lo más alto de la provincia de San Luis. Entre cerros, arroyos y yacimientos arqueológicos, esta localidad con más de 200 años de historia conserva los restos de lo que fue su esplendor cuando empresas de capitales extranjeros llegaron a estas tierras para extraer oro.
Habitado por unas 250 personas, La Carolina es un pueblo de calles empedradas que se erige sobre la base del cerro Tomolasta, a 1.600 metros de altura. Rodeado por sitios como El Arenal, Cañada Honda, Cerros Largos y la milenaria gruta Inti Huasi, propone al viajero un itinerario diferente que incluye salidas de trecking, pesca deportiva, saltos en parapente, cabalgatas y la degustación de platos regionales.
El recorrido por La Carolina permite la apreciación de una arquitectura colonial que tuvo sus inicios en 1792, cuando el Marqués de Sobremonte inauguró el paraje y lo bautizó con este nombre en honor a Carlos III de España. Es un circuito de cálidas temperaturas durante la temporada estival, que permitirá también el disfrute en las playas, a orillas de los dos arroyos que rodean el poblado.
Túneles productivos
La mina de oro Buena Esperanza está ubicada al pie del cerro Rico y dista unos 10 minutos del casco principal de La Carolina. Una caminata por la extinguida cantera atrae a miles de espíritus exploradores que se animan cada año a internarse en la oscuridad de sus túneles.
Para el ingreso a los antiguos socavones se recomienda contratar una visita guiada con un operador local que brindará al visitante los accesorios imprescindibles para la actividad. El recorrido se hace por una extensión aproximada de 400 metros equipados con botas de goma, cascos y linternas. Y como no presenta dificultad el paseo es ideal para toda la familia.
En el interior de la mina, el viajero apreciará los distintos minerales de la corteza terrestre, formaciones de estalactitas, estalagmitas y fallas geológicas. Y otra de las actividades que se incluye en la misma excursión es el lavado del preciado metal en el río con grandes platos de madera.
El auge de la actividad minera en La Carolina se extendió por seis décadas hasta que el oro llegó a su fin. Esa época de la Argentina se conoció como la “fiebre del oro” y también se replicó en otros puntos del país a mediados del siglo XIX. Hoy sólo quedan zorras oxidadas, hierros retorcidos y viviendas de piedra abandonadas que potencian el turismo en la provincia de San Luis.
Paseos obligados
A unos 20 metros del casco urbano de La Carolina, el viajero encuentra el Museo de la Poesía -único en el país-, situado sobre la misma quebrada que vio nacer al poeta Juan Crisóstomo Lafinur. En honor a este artista, el espacio alberga fragmentos originales de sus obras, así como de renombrados escritores argentinos como Jorge Luis Borges.
El museo permanece abierto durante todo el año -menos los lunes- y en medio de los cerros además de cultura ofrece un resto bar con la elaboración de pizzas, picadas, empanadas caseras y otras exquisiteces para desayunar, almorzar o cenar.
Una de las excursiones más requeridas en la región puntana son las cabalgatas, que pueden durar desde horas hasta varios días, de acuerdo al interés del viajero. El camino que suele realizarse es el que se dirige a Nogolí por una zona de montaña, con acampe y fogones entre las sierras durante dos noches.
Para los que prefieren el auto, está el circuito que va desde La Carolina hasta San Francisco, por unos 40 kilómetros recientemente asfaltados. Se trata de otro de los caminos de montaña que invitan al viajero a conectarse con la naturaleza circundante. En medio del recorrido, se aconseja una parada en la Pampa de la Invernada, una extensa meseta despoblada.
Se suman a esta propuesta de turismo de aventura por el norte de San Luis, el ascenso a los cerros Tomolasta y Sololasta. Ambos picos permiten el acceso hasta la cima y desarrollar allí actividades de rappel, tirolesa y trecking. Sólo al primero se sube en vehículo para avistar una panorámica completa del Valle del Pancanta.
Apartados
En cercanías de La Carolina, el visitante encuentra a poco más de una hora la ciudad de San Luis (capital provincial). Un lugar que asombra al recién llegado por su trazado colonial y un valioso patrimonio histórico que se conjuga con modernas edificaciones. Fundada por los españoles en 1594, representó un hito de suma importancia para el camino real entre Santiago de Chile y el Virreinato del Río de la Plata.
En dirección noreste y a unos 40 kilómetros, está El Trapiche, con espejos de agua y abundante vegetación para el descanso. Una zona donde también antiguamente se pulverizaba el oro, y donde hoy se desarrollan actividades de acampe en el balneario Siete Cajones y el Dique Antonio Esteban Agüero.
Para cerrar el circuito de las Sierras Puntanas constituye una visita obligada la Gruta Inti Huasi, a unos 20 kilómetros de La Carolina. Se trata de uno de los refugios de la cultura Ayampitin, con ocho mil años de antigüedad. Allí, el viajero encontrará un centro de interpretación que muestra el paso del tiempo en esta “casa del sol”, como su nombre quechua lo indica.
Artesanías y sabores
En el poblado de La Carolina los que gustan llevarse recuerdos regionales pueden encontrar originales tejidos en lana de llama en el local Antu Ruca, con la particularidad de haber sido hilados por los mismos emprendedores locales.
Para los que gustan de los chocolates caseros en diversas variedades, así como las mermeladas artesanales, está El Refugio, un sitio que también ofrece objetos tradicionales como facones, sombreros, bombachas de campo y mates.
Para la degustación de platos regionales como chivito asado con chanfaina o vizcacha en escabeche, los restaurantes recomendados son El Tomolasta, en la misma base del cerro, y La Casa de Omar, situado en el ingreso al pueblo.
Los pobladores de La Carolina se visten de fiesta dos veces al año. El primer fin de semana de enero uno de los tradicionales festejos es la Fiesta del Oro, con actividades sociales, culturales y deportivas. Uno de los atractivos imperdibles es la clásica búsqueda del tesoro, que es premiada con este preciado metal, hay elección de la reina, espectáculos musicales y típicos asados criollos. También cada 16 de julio se homenajea a la Virgen del Carmen, patrona del pueblo.
Para llegar desde la ciudad de San Luis se toma la RP 20 hasta la localidad de El Volcán y luego se transita por RP 9 para llegar a La Carolina, pasando por El Trapiche. En colectivo la empresa Polo ofrece al menos tres servicios diarios. Desde Merlo, la vía de conexión es la RP 41, que está en buen estado pero posee unos 40 kilómetros de tierra.
Los hospedajes de lujo están en la ciudad Capital con tarifas desde 147 dólares. Hay opciones intermedias entre 58 y 86 dólares, y hostels por 10 dólares con desayuno. En La Carolina y sus alrededores las propuestas son escasas. Construida por los jesuitas y albergue de los ingenieros que trabajaban en la mina está La Posta del Caminante. Para opciones más económicas, el albergue municipal de montaña El Rincón del Oro.




