Paseo entre los volcanes de La Payunia, en Argentina
Situada a 200 kilómetros de la localidad mendocina de Malargüe, La Payunia es uno de los campos volcánicos más vastos de América del Sur. La zona, un escenario de gran riqueza geológica y arqueológica, cubierto de lava negra, se eleva a más de 2 mil metros de altura como un fiel retrato de la evolución del planeta.
La provincia de Mendoza posee numerosos atractivos turísticos como el lujoso centro de esquí Las Leñas, los complejos termales Cacheuta y Los Molles, y uno de los picos más buscados por alpinistas de todo el mundo: el Cerro Aconcagua, denominado “techo de América”. Sin embargo, otro de sus tantos escenarios merece una mención especial por albergar características únicas en todo el planeta.
Se trata de La Payunia, una reserva provincial que se constituye sobre la Precordillera de los Andes como uno de los campos volcánicos más vastos de América del Sur. Situada a unos 200 kilómetros de la localidad mendocina de Malargüe, es una gran planicie de tonalidades negras y rojizas que alcanza los 2.200 metros de altura, cuyas riquezas geológicas y arqueológicas convocan a expertos de todo el mundo.
Según los últimos relevamientos llevados a cabo por vulcanólogos de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el área contiene un promedio de 10,6 volcanes cada 100 kilómetros cuadrados y más de 800 conos contabilizados, aunque se estima que podrían ser muchos más. Estas condiciones convierten a la región del sur mendocino en una de las reservas de volcanes más importantes del planeta.
Excursión guiada
La Reserva Provincial La Payunia abarca, en total, unas 450 mil hectáreas entre las que se destacan los volcanes Payún Matru, Payún Liso y Santa María. El principal acceso se realiza por Ruta Nacional 40 -una vía que recorre más de 5 mil kilómetros de toda la Argentina- y luego son innumerables los caminos internos.
El escenario de singulares características es ideal para una excursión diaria que también puede combinarse con una salida de campamentismo. El terreno arenoso obliga al uso de vehículos especiales de tracción integral, y una de las recomendaciones más importantes es la contratación de un guía que explicará al viajero detalles que de otro modo pasarían inadvertidos por la especificidad del sitio.
El nombre deriva de la voz “Payén”, que significa lugar donde existe el mineral de cobre. Según la mirada de los científicos, el sitio permite una lectura sobre la evolución del planeta. Las actividades turísticas habituales son safaris fotográficos, trekking, andinismo y travesías 4x4 que se ofrecen en agencias especializadas de la capital de Mendoza o Malargüe.
Circuito volcánico
La Reserva Provincial La Payunia está marcada por los rasgos de una intensa actividad volcánica.
Una de las primeras visitas dentro de la reserva es La Pasarela, un gran cañón lávico de dos kilómetros y medio, que oficia como puerta de entrada al mundo de los volcanes.
Un poco más al sur, entre el Payún Liso y el río Grande, se elevan una serie de volcanes menores, cuya lava fragmentada dio lugar a un atractivo arenal denominado Pampas Negras. Allí, el campo está minado de “bombas volcánicas” que al enfriarse tomaron curiosas formas.
Unos minutos más adelante se llega hasta el volcán Las Bombas, que exhibe un conjunto de gotas petrificadas que fueron eyectadas de los cráteres y se solidificaron en perfectas formas circulares.
Otro de los destinos imperdibles dentro de La Payunia es la zona de Los Colores, una gran pintura de tonalidades rojas, negras, amarillas y azules. Desde este último sitio se accede al Museo de Cera (antiguamente conocido como Los Troncos), en el cual se erigen otras extrañas figuras.
El Real del Molle es un arbusto de unos ocho metros de diámetro, cuya antigüedad se remonta unos 500 años atrás. Se estima que es la única planta que creció más de un metro en altura en la zona, y que era uno de los sitios de descanso de las comunidades aborígenes.
En los alrededores se aprecian el Payún Matru, de 3.715 metros de altura, donde el relieve se vuelve áspero y dificultoso, y el Payún Liso, que es el más elevado de la región, con un cráter que posee unos 400 metros de diámetro y 90 de profundidad.
El circuito luego conduce hasta el Morado Norte, un volcán de tonos rojizos protagonista de la lluvia de lapillis (ceniza en forma de pequeñas piedritas) más grande del planeta.
Y uno de los últimos destacados es el Santa María, cuyo desplazamiento de roca fundida alcanza los 17 kilómetros para dar lugar al denominado Escorial de Media Luna.
Patrimonio de la Humanidad
La Payunia fue en los años '70 sitio habitual de cazadores furtivos y exploradores de petróleo, hasta que en 1988 -por iniciativa de la Fundación Vida Silvestre- se convirtió por decreto en una Reserva Provincial, para la preservación del equilibrio natural del ambiente.
Desde entonces, se zonificaron áreas restringidas y se señalizaron los circuitos de actividad turística, con miradores, puntos de interés paisajístico, parajes de valor cultural, sitios de escalada, zonas de acampe, puestos de control, un centro de interpretación y carteles indicativos.
El área espera todavía el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, y es por ello custodiada de manera permanente por seis guardaparques.
Biodiversidad
En cuanto a la fauna, la reserva concentra alrededor de 70 especies animales, muchas de las cuales se dejan ver durante los recorridos, principalmente las tropas de guanacos que configuran una de las poblaciones más numerosas de la Argentina, al superar los 10 mil ejemplares.
También se destacan la ranita de cuatro ojos, el lagarto cola de piche, la yarará ñata, el choique petiso, el águila mora, el jote cabeza colorada, el chorlo cabezón, la calandria patagónica, el chinchillón, el zorro gris y el piche patagónico.
La flora de La Payunia, por su parte, está constituida por matorrales, pastizales y especies del monte, como colimalil (leñas amarillas), coirón, melosa, solupe negro, retamillo, pichanillo y algarrobos. Además, en las zonas superiores a los 1.800 metros de altura aparecen patagüillas, molles y jarillas.
En el paseo se aprende que...
Volcán es aquel lugar donde la roca fundida y los gases calientes emergen a través de una abertura desde las partes internas de la tierra a la superficie. Generalmente, tienen en su cumbre grandes cavidades circulares denominadas cráteres, desde donde en ocasiones puede verse la apertura de la chimenea volcánica.
Los campos volcánicos de Llancanello y Payún Matru cubren casi 16 mil kilómetros cuadrados, y se disputan el primer lugar con más concentración de volcanes del mundo con la Península de Kamchatka, en Siberia.
Se estima que los volcanes estuvieron activos desde el período Plioceno y antiguas familias de la zona recuerdan la última erupción del volcán Quizapo en 1932, cerca del límite con Chile.
Desde el punto de vista volcanológico, la reserva alberga toda la variedad de productos y tipos de erupciones volcánicas: magmáticas, con agua, sin agua, más explosivas, más tranquilas, pequeños conos monogenéticos y enormes estratovolcanes como el Payún Matru y el Nevado.
Apartados mendocinos
A una hora de Malargüe, otra de las excursiones recomendadas es La Caverna de las Brujas, un recorrido entre estalactitas y estalagmitas que representan un sitio único en su tipo en toda Sudamérica. Es una “caverna viva”, situada dentro del Cerro Moncol, a unos 2.000 metros de altura.
Otro de los atractivos es la Laguna de Llancanelo, donde se avistan más de 150 especies de aves entre cisnes, flamencos, patos y teros junto a un inmenso espejo de agua salada en el extremo sur de la Depresión de los Huarpes.
En Mendoza hay alojamientos de lujo por US$ 120, alternativas en tres estrellas alrededor de US$ 70 y otras propuestas más económicas por menos de US$ 40.
A Malargüe se accede vía aérea desde cualquier ciudad o país a través de San Rafael, distante unos 188 kilómetros, o por Mendoza Capital, a 420 kilómetros.
Vía terrestre, desde Buenos Aires son 1.250 kilómetros y el acceso principal es la Ruta Nacional 7.
Al menos cuatro Rutas Nacionales pasan por Malargüe: la 40 conecta al norte con San Juan y al sur con Neuquén; la 145 se denomina ahora Corredor Bioceánico y conduce hasta Chile; la 222 se une al circuito turístico de los valles Molles, Las Leñas y Hermoso, y la 226 corre paralela a la Cordillera.




