Mérida en Navidad: una lección de cómo disfrutar con las cosas más simples de la vida
Es la segunda vez que vengo a Mérida. La primera fue en pleno verano el año pasado, y la constante fue un calor y una humedad que empañaron un poco hasta mis más felices momentos. Era de verdad avasallador y el sudor me corría por el cuerpo a toda hora. Pero no nos dimos cuenta de que por visitar las ruinas mayas, incluyendo Chichén-Itzá; la hacienda Sotuta del Peón, que ahora está por inaugurar un hotel y es muy interesante por el proceso que muestra con el henequén, su casa hacienda, sus cenotes y cuevas; y la espectacular Hacienda San José (The Haciendas! Nada más y nada menos, donde estuvimos tres días en la misma suite donde se hospedó el cantante Sting y que es de un lujo supremo), pues nos perdimos de sentir bien el sabor de la capital yucateca.
Y nos fuimos con ese pesar.., por eso, decidimos venir a Mérida por tres semanas, desde el 16 de diciembre al 10 de enero, y en vez de quedarnos en un hotel, hemos optado por una vivienda en el centro, en que tenemos una espaciosa terraza, una pequeña alberca, árboles y especies frutales, kitchenette, y una cama King.
Se trata de la Posada Sonjournes, de la fotoreportera Bárbara Bode, una septuagenaria que como muchos expatriados (como le llaman a los norteamericanos y europeos que viven aquí), quiso alejarse de las grandes ciudades y pasar unos años más serenos en un ambiente pueblerino, pero a la vez cosmopolita. Un gran ángel luminoso nos dio la bienvenida, y también una botella de buen vino. Bárbara nos explico que puso el ángel para estar a tono con el vecindario.
Y pueblerina es la palabra que mejor describe a esta ciudad. Mérida tiene menos de 800 mil habitantes y casi cuarenta museos. A pesar de su aire académico, su universidad y constante ebullición cultural, cuenta con un privilegio: sus habitantes son seres tranquilos, buenos, respetuosos, y lo más lindo es que aun se divierten a morir y se asombran tremendamente con los desmanes de los payasos en la Plaza Grande, con los titiriteros, con las obras de teatro, danzas y ballets callejeros. Allí radica su principal encanto, y no en las imponentes iglesias, teatros, edificaciones y catedrales. ¿Es la ciudad la que hace a la gente o la gente la que hace la ciudad? Esos grandes círculos de ciudadanos reilones, prestos a curiosear cualquier cosa que se traigan entre manos los hacedores de sueños, sencillamente enternece el corazón de los visitantes de tierras en las que ya se ha perdido la capacidad del entretenimiento con las cosas simples de la vida.
Y curioseando he estado desde que llegué…, me gusta caminar por las callecitas y atisbar dentro de las casas para ver las decoraciones navideñas, el cómo transcurre la vida en esta tranquila ciudad, que recomendamos pisar al menos una vez en la vida. Sea usted creyente o no (la población de Mérida es 77% católica), aquí se contagiara de ese sentimiento de paz y fraternidad del fin del año, y se dispondrá a colgar su traje de faena sin ningún remordimiento, porque es muy importante explayar el lado humano con unos congéneres tan pausados, atentos y serviciales.
Así que, por primera vez en mucho tiempo, sin el apoyo oficial de ninguna oficina turística, rentamos una clara y espaciosa habitación (un poco ruidosa, pero ese es el problema de estar en el centro de la ciudad!), por unos 750 dólares, y nos dispusimos a tomar parte de las festividades, que ya desde hoy cierran por cuatro días las calles aledañas a la Plaza Grande, dando lugar a procesiones que se conjugan con posadas navideñas, juegos, danzas, fiestas, y por supuesto mucha música y baile.
Llama la atención que desde ahora los jóvenes están ensayando sus coreografías para el carnaval, porque los merideños se toman muy en serio la época decembrina, pero también el Carnaval. La primera noche fuimos a conocer unos suculentos tacos en la plaza del Barrio de Santiago, y la diversión era mirar a los chicos ensayar, desde las mesitas vestidas de manteles plásticos con alegorías navideñas.
Pesebres hay por todos lados, y no podemos olvidar los del Paseo de Montejo, donde también hay un sinnúmero de actividades por estos días: grandes, pequeños, luminosos, oscuritos, en las plazas, edificaciones gubernamentales, escuelas, hoteles; y a la venta verdaderas maravillas, miniaturas de todos tipos, desde pesebres de esqueletos que rememoran a la Señora Muerte (La Catrina), hasta los más tiernos, hechos en diferentes materiales y estilos. Tendré que comprar uno para mi flamante habitación!
En los próximos días la cosa pinta así: las posadas navideñas arrancaron el 16 de diciembre, y son nueve días de procesiones con antorchas, velas y objetos luminosos en cada gran plaza de la ciudad. Se rememora que los bíblicos personajes de María y José buscan un lugar para la llegada del Niño Jesús. Las representaciones se suceden en todo México, pero el marco merideño es muy especial para los ojos del visitante. Los niños hacen de ángeles, las ovejas, los tres reyes magos, y por supuesto María montada en su burro seguida por José. Pero todo acaba con piñatas, música y baile, bien entrada la noche.
También todo México ha estado ensayando para la puesta en escena de Las Pastorelas, que lógicamente adoran al Niño Jesús. En Nochebuena habrán misas especiales, con cantos de villancicos, en cada iglesia, y muchos eventos paganos, los que comentaremos más adelante. Hay mucho donde escoger…, y mientras decidimos, hemos aplacado el hambre en el Restaurante Trova Bar Vegetariano Internacional Amaro, en la calle 59…, y nada.., aquí pasaremos unos gloriosos días, por lo que hemos de agradecer al español Francisco de Montejo, quien en 1542 tuvo el buen tino de fundar Mérida.




