El Marlin, otro sueño cumplido
CND se complace en presentarles este primer trabajo de Raúl Alfonso Solis, un conocido y multi-premiado periodista argentino, que no solo tiene más de 25 años en la profesión sino que ha sabido contar desde ella las travesías de un hombre común empeñado en hacer realidad hasta el sueño más difícil. Desde hoy será colaborador en nuestras páginas digitales.
Me invitaron a la primera reunión de la Asociación de Periodistas Mundiales de Turismo que se realizaba en Ecuador. Mi cabeza se convirtió en un colectivo de ideas. Mi imaginación, que poco necesita para explotar, explotó, la adrenalina bajaba a torrentes y un objetivo, cumplir el sueño que tuve de joven: viajar a Salinas y pescar el Marlin, en lo que hoy es la playa más importante de Ecuador. Allí estaban los conocidos en el trópico como peces de Pico: Marlin, Doulphine(El Dorado), Wahoo, Atún, Pez Vela, Pez Espada. Cualquiera me calzaba, si no pescaba y solo me dejaban fotografiar también lo daría como sueño cumplido. Eso lo pienso hoy a priori. Sí, seguro. Sueño cumplido.
El problema es bancarse los dólares para rentar la embarcación y de esa manera en el Pacífico sacudir la modorra de los gigantes. Qué placer. Recién comenzaba y mi cabeza hecha un torbellino. La excitación que tenía no era común en mí y para nada me desagradaba. Debía tranquilizarme y trazar una excelente planificación. Primero viajar a la FITE (Feria Internacional de Turismo del Ecuador), cumplir con Visión y participar de la primera reunión de Periodistas Mundiales de Turismo. Una vez terminado el compromiso profesional, cumplir con la segunda meta, viajar a Salinas a la pesca del Marlín.
Dólares no hay. Ganas. Todas. Puse en marcha los motores de la Imaginación. El tic tac de mi corazón y mi reloj, estaban en marcha. Ese tic tac no me abandonaría durante mi estancia en el país hermano del Ecuador. Para ellos un párrafo aparte. Maravillosa belleza. Sorprendentes sus habitantes, tienen el sencillo don de querer agradar. Gracias Ecuador por todo lo que me diste. Pero mi Rosa de los Vientos apunta a Salinas…
…Pisé suelo ecuatoriano, comenzó la Fite, y comencé a buscar padrinos, con las autoridades de Turismo, dueños de hoteles, etc. Mi meta, cómo ir a pescar a Salinas. Me encontré con el mismo inconveniente que tuve durante muchos años en mi país y por lo cual luché durante mucho tiempo. El motivo, lograr que la actividad deportiva de la “Pesca” fuese reconocida como Turismo Extractivo, hoy totalmente posicionada dentro de la Secretaria de Turismo de la Nación, de mi país, Argentina. En Ecuador, brilla por su ausencia. No tienen la mínima idea de lo famosas que son sus costas por este deporte a nivel Mundial. Solo reconocen a Salinas como su Playa más importante. Pero…¿A pescar? ¿Y qué se pesca? Siii. A Pescar. Qué pasa, no me entienden. Me saltaba la impotencia. Pero este negro ladino, acostumbrado a estas lides, se armaba de paciencia y volvía a empezar. ¿Aquí en la FITE no habrá alguna empresa que saque gente a pescar? Otra vez la maldita pregunta. ¿A pescar? No tengo noticias de que existan. Negativa respuesta. Viví esta historia hace 20 años en mi país. Me puse la coraza habitual. Paciencia. Perseverancia y a perseguir como otrora, mi objetivo, era uno solo. Pescar en Salinas.
Primera llegada a Salinas
… Luego de la FITE tenía 3 días de recorrido por la ruta del “Spondylus”, la zona más importante de playas y para el final me había dejado cuatro días para ir a Salinas e intentar pescar. Tenía en claro que podía fracasar en las negociaciones y debería pagar lo necesario, por este sueño de más de treinta años postergado. Tic Tac a full, marcado por el destino, el primer punto que visitamos en esta excursión de tres días fue Salinas, una rápida visita. Siempre, tratando de no despertar sospechas ante mis colegas. Susurré: “Espérame Salinas”.
Recorrimos maravillosos lugares y volvimos a Guayaquil, las despedidas con mis colegas de Visión y al otro día mi aventura Marlinesca. Me costó conciliar el sueño. Desayuno, abrazos y mi confesión, estoy ansioso y nervioso, me voy a pescar. ¿A dónde? ¿A pescar? Exclamé. Siii, a pescar, que no me entienden. Una de mis colegas, totalmente zarpada me dijo, y sin ponerse colorada. “Dejas a tus amigos, tu invitación a Galápagos, a Cuenca por ir a pescar. ¿No estás un poco alucinado? Sí. Cuál es. Es uno de los sueños de mi vida y a punto de cumplirse. No me quedaban muchas esperanzas, pero San Dios se acordó y me lo puso adelante. Voy a aprovecharlo y si se da. “Que me quiten lo bailao”.
Segunda llegada a Salinas
Valija enorme. Hotel “SunBeach”, en la puerta dos personas conversando. Señor en qué le puedo ayudar. Fue su pregunta. Sorprendido le respondí. Busco al Doctor Mario Granizo. Un servidor. Su respuesta como metralla y agregó. En qué le puedo ayudar. Confieso, cuando alguien antes de saludarme me dice: En qué puedo ayudarle. Me desarma. Le contesto como un rayo. Soy miembro de Visión y quiero pescar, no puedo pagar Blla, bla, bla. Está bien, concretamente qué necesita. Bueno, un cuarto y una embarcación. El Hotel ya está solucionado, yo se lo ofrezco, la embarcación… mirando a su amigo. Le dice, este es mi Panna(Amigo), por supuesto refiriéndose a mí. Le puedes prestar tu embarcación, es periodista de Argentina y la necesita, el hombre está trabajando. Tiene que hacer una nota de pesca. Su amigo respondió. Con todo gusto. Pero hay un inconveniente, está en el mecánico. Y el doctor Granizo, mirándome me dice, deja la valija que los muchachos se van a encargar y súbete al carro.
La valija quedó en la calle, monte una 4 x 4 recién sacadita de la agencia. Rumbo desconocido. Una embarcación de 10 mts con doble comando y dos motores, bella, muy bella, pero el mecánico muy rompe corazones, fue lapidario, por lo menos 15 días necesito para repararla. No te preocupes, ya empezamos a mover todos los hilos para que puedas ir a pescar. Expresó el Doctor. Para mis adentros pensé. Con este Negrazo voy al fin del mundo. Atendeme, hermano. Vos también “sos mi Panna”.
En recepción el conserje me dijo: El Doctor se tuvo que retirar, dejó dos tarjetas con su firma para que tramite lo que necesita. Ya les anticipe por teléfono que Ud. va para allí .
La Gran Manga
Frente al local de “Pesca Tours”, tarjeta en mano, miraba a todos y a cada uno de ellos. Tripulantes, ayudantes, capitanes y quien sabe dios quien más. Me semblanteaban como al aparecido. La señorita Silvia, no se encuentra. Me dijo, a lo que respondí, vengo con esta recomendación. Pero ¿qué necesita? Hablar con esta señorita. Se comunicaron telefónicamente y me pasan el teléfono. Le informe, eso sí, disimulando lo más que pude, mi maldita mala costumbre de no querer pagar, que mi intención era pescar y hacer una nota. Recordé las técnicas de la negociación, lo más importante era pescar, hacer una nota, que los pescadores deportiv….bla, bla y como un dato menor, que no tenía el dinero. Estaba en Ecuador, participando de la FITE. etc., etc.,. Terminé, y su pregunta ¿Cuándo quiere salir?. Mi cara se desdibujo, en realidad se dibujo con una sonrisa enorme y pajaritos y mariposas sobrevolaban mi cabeza. Tartamudeé. Si, si, si, si es posible mañana a primera hora. Respiré hondo y puse la clásica carita de agrandado. Su respuesta, tajante me traspasó: Son 500 dólares. ¿Cómo los va a pagar, en efectivo ó con tarjeta?..... Se me dio vuelta el mundo. Se me nubló la vista, pero lejos de achicarme. Insistí. Retomé. Primero: Apuntar al objetivo. Paciencia, labia Bla, bla, bla. Ya consulto con la dueña y mañana le hablo.
Comencé a caminar por el medio de la calle. Algunos automovilistas me tocaban bocina. Yo estaba muy contento. Como loco. Estaba en Salinas disfrutando su playa. Elegía entre las embarcaciones que tenía frente a mí con cual sacaría el primer Marlin de mi vida. Estaba por terminar la segunda cuadra caminando y de pronto escucho. Señor, Señor. Ni me di vuelta. Soy famoso pero no tanto para que ya me estuviesen reconociendo, seguí alegremente caminando, cuando sentí en mi hombro un dedo que se hundía. A mi? Sí a Ud. Con Ud. quieren hablar, sígame fue la orden. Me fui detrás de su bicicleta lo más rápido posible. El teléfono descolgado me esperaba sobre el escritorio. Me dice: sin cirugía previa. Hablé con la señora Myra Holst Diaz, la dueña. Está autorizado a salir desde la 5 de la mañana a las 13 horas. Lo felicito, su pedido fue aceptado. Es el único tripulante. ¿Qué significa?: en la embarcación pueden pescar 4 pescadores, se divide el costo de la excursión y se asignan las cañas, si sale un pescado, es propiedad del dueño de la caña que recibió el pique.
Egoístamente, pensé. Todos los peces para mí. El capitán dio su primera orden. Lo espero a la 5 de la mañana, traiga algo para comer y para tomar. Me despedí y traté de disimular mi emoción. Soy un hombre grande como para salir saltando y gritando como un loco. Pero las patas me temblaban. Me fui a sentar a un barcito frente al malecón, eran las 17 hs y no había almorzado. Mirando las embarcaciones festejé con unas cervezas, Langostinos, cangrejos y pulpos, buena vida que le dicen
A la hora señalada
Tic, Tac, Tic Tac. Quince minutos antes estaba paradito frente a” Pesca Tours”, con suculentos sanguiches, frutas y gaseosas. Me sentía raro, mitad nervioso, mitad ansioso y totalmente alterado. Los minutos no pasaban. La Playa, el pequeño puerto deportivo, la calle, todo en silencio y ningún movimiento, ya empezaba con las clásicas preguntas negativas.¿Se durmió el Capitán?, ¿no arrancó el motor?, ¿se arrepintieron de no cobrarme?, sacudía mi cabeza para echar a los malos espíritus. Tic tac, tic tac, mi corazón estaba por estallar. Repasaba mi equipo: sanguiches, frutas y gaseosas todo OK. Cuando en la oscuridad una luz se prendía y se apagaba, la señal esperada. Cinco en punto. Corrí enceguecido a la luz como los bichos…
El General Mac Arthur con sus 35 pies bien calzados comenzó a esquivar embarcaciones. Una pequeña brisa nos acariciaba. Los dos motores Ford Leman diesel internos rugían parejito. Clavó su acelerador al mango y viajábamos a lo que da, en un mar calmo. Es como navegar en una gran laguna un poco movidita, una maravilla. Debíamos recorrer 25 millas, casi una hora de viaje. Mi tarea. Extrañar al cigarrillo, gran compañero de estas aventuras. Miraba los equipos y revisaba la cámara de fotos. Tic tac. Cada vez falta menos, me salía de la vaina. No me arrepentía de nada. Qué Galápagos ni qué Galápagos. Estaba en mi propia aventura. Mi capitán don Sergio Tigrero le pedía más y más a los motores, comprendía mi ansiedad.
El día sacudía su modorra, 6 hs. marcaban los relojes y los dos marineros empezaron a preparar todo para tirar dos cañas al agua. La armaron con Fiocos y anzuelos no muy importantes. Un tandem de 2 anzuelos unidos por un leader y un fioco de colores que venían saltando de ola en ola, la velocidad de curricaneo era de 16 millas la hora. Desde su partida y hasta el regreso la embarcación no se detiene, su velocidad varia solamente por la cantidad de cañas que se tiren al agua.
Tic Tac, Tic Tac. La emoción, la adrenalina todo el bagaje de suspiros y sueños amalgamados en ese momento tan sublime. El de mandar los señuelos al agua, revisar todo con la mirada del experto y ya. Comenzó la cuenta regresiva. Cuanto tardaré en tener el primero arriba. Pensé. Agrandado. Me venía saliendo todo 10 puntos. No podía fracasar Desde mi sitio, expectante. Controlaba las dos cañas, atento, tratando de ver el momento preciso en que el pez ataque, me imaginaba la clavada y el bendito animal saltando por el aire, ya me sonreía y no sé de que. Seguramente de la cara que pondrían mis amigos cuando se enteraran de mi nueva aventura, sobre todo que el muy ladino no le contó nada a nadie y se fue en secreto. Ese soy yo. El ganador. Pero bueno la pesca también tiene esto y a mí me encanta darle envidia a los amigos…
Con la fresca mañana me estaba quedando duro de no cambiar de posición. Expectante. Firme. Cuando vi a los dos marineros que empezaron a recoger y a preparar otro tipo de cebo. Siempre la embarcación en marcha, sin bajar su velocidad. Prepararon más cañas y al tandem de dos anzuelos le agregaron una carnada. El Ballyhoo, conocido vulgarmente como la “Choca”, es similar a un pez de pico pero pequeño. Lo he visto en Miami volar sobre las cresta de las olas. Su pico mirando al pescador, presentado con los dos anzuelos clavados y como sombrero los flecos del fioco. Que a su vez tiene una cabeza de metal como peso. Una caña con un dispositivo que pesa 400 grs. que se usa como plomada para el trolling de alta velocidad. Cinco poderosa cañas. Penn y Shimano con pasahilos y mangos Aftco. Con reeles del 6/0 al 9/0 de la misma marca. Nylon del 50 al 80 de diámetro. Se bajaron los dos tangones (deberíamos haberle preguntado a Gardel por que se llaman así) Outrigger. Dos varas que se bajan en forma perpendicular a lo que seria el mástil de la embarcación, una a cada lado, su función es sacar la líneas laterales hacia los costado cuando se trolea, son dos alerones que no se bajan totalmente, con un dispositivo dónde se sostiene la misma con una bandita elástica, en caso de pique se corta por la presión del pez y empieza a trabajar en forma directa sobre el reel, que esta apoyado en el cañero y empieza la movida de acercar el pez a la embarcación. Todo dirigido y maniobrado por la experiencia del timonel, atento a los movimientos que el Pez realice. El equipo y el pescador son los que menos trabajan pero no por ello su pesca deja de ser interesante.
Ingresamos a una zona con una pequeña olita que generalmente marca un fondo rocoso. Esto asegura carnada, pescados chicos y detrás de ellos los gigantes Por supuesto allí estaba la “papa”. Tic tac comenzó a latir con renovados bríos. Veníamos navegando en aguas con una profundidad de 70 pies y su lecho generalmente de arena, lo habíamos navegado unas 25 millas y cuando ingresamos al lugar denominado “canchón” de 28 a 100 pies de profundidad y un recorrido de 10 millas. Me acomodé, clavé mí vista en el mar y repasaba como un radar a manivela las 5 líneas que estaban trabajando, buscando y buscando al ansiada Pez. No cesaban de dar pequeños brincos sobre el agua. Ejecutaban como bailarinas el famoso “Trolling” que por supuesto no quiere decir “Gay en funciones” sino algo así como trotando las olas. Trollin y Trollin, con el perdón de la palabra. Repasaba las cañas y los dos tangones abiertos como alas de Gaviota. Me sentía El General Perón en la cañonera Paraguaya en el 55. “San Dios”, me faltaba el whisky en una mano y un importado echando humo en la otra. Marlin sábeme perdonar. Así te soñé.
Don, Don, los gritos de la tripulación, me sobresaltó y buscaba en el agua el pique, quería escuchar el sonido del reel, pero estaba todo tranquilo. Falsa alarma, pensé. Suba a ver la ballenas. Fue la respuesta No era lo esperado. Allí, arriba estaba don Tigrero, el Capi, dando golpes de timón. Qué lindo panorama y qué bien se veía el trabajo de las 5 líneas. En el horizonte 2 ballenas saltando y jugueteando, festejaban, que yo, El Negro, estaba inmerso en el mar del Caribe, a la espera de la gran captura.
Termina un Sueño, comienzan otros
Pasaban las horas y el hambre era una tortura, sanguiches, gaseosas, manzanas, más sanguiches y el Pez sin Pescar. Mis huesos ya empezaban a sentirse molestos de tanto trotar. Mi vista cansada. A la cámara de fotos le quedaba poca memoria, le saque fotos hasta la humedad. Tic tac, no perdía sus esperanzas, mis ojos cansados de mirar y repasar la 5 líneas, el Capi consultaba su GPS, los motores incansables, el Tic tac no paraba y se dio lo que no quería. Por momentos, recordaba las cara de mis amigos, mientras pensaba… igual me van a envidiar, pero todos van a estar contentos. La vida me dio esta gran oportunidad,. San Dios mándame un Pescadito y la hacemos completa, fue mi suplica, qué te hace, solamente lo quiero ver saltar y sacarle unas 500 fotos. Sueño cumplido. No hubo pesca, no hubo saltos pero fui feliz igual, mi imaginación se encargó de todo. Es la magia de la Pesca. Pensé. Qué cuento meto. Invento un pique. Digo la verdad. No pesqué. Miento como siempre. Yo fui feliz. Estoy invitado a salir mañana. “No voy a ir”. La magia continúa. Los marineros silenciosamente y sin mediar palabra, sacaban las líneas del agua. Creo que no se animaron a mirarme. Fin.




