Argentina: Paraná, Entre Ríos

08 de Julio de 2013 8:32pm
webmaster
Argentina: Paraná, Entre Ríos

Refregaba mis manos con fuerza sobre mi cara, el agua fría no alcanzaba para quitarme la modorra y las ganas de seguir durmiendo. Aprovechaba la ocasión, conversábamos de la vida y qué habíamos hecho con ella,  hasta hoy que nos conocimos. Quizás le parezca un romance. Pero es tan solo un momento de tranquilidad,  que nos tomamos con mi compañero circunstancial de sueños.

Lo más difícil de las mañanas es echar a las noches intensas. Tal es así que cuando llegué a la combi, tarde, por supuesto, fui reprendido. Prometí que no iba a suceder más. Veníamos de una jornada intensa el día anterior y nos esperaba hoy otra recargada. Pero todos muy felices.  El sol con todo su esplendor y su calorcito primaveral se entrometía sin permiso por las ventanillas. Nos ayudaba en esta recorrida.

Cumplíamos de esta manera con  nuestra segunda etapa. Antes lo habíamos hecho en Santa Fe, nuestra anfitriona. Le tocaba el turno a Entre Ríos. Completábamos así la reunión de Visión (Asociación Internacional de Periodistas y Escritores Latinos de Turismo) con esta nueva idea de realizarlas en distintos provincias de nuestro país. El vehículo enfiló en busca del paso hacia la Mesopotamia Argentina. Debíamos atravesar el caudaloso Río Paraná.

Escuchaba a nuestra guía cuando nos introducíamos dentro del Túnel Subfluvial. Una gran obra, de las primeras que permitieron unir a estas dos provincias. A la vez, me deleitaba con el relato de nuestra guía.  

Nos comentaba de la tozudez de estos dos gobernantes, Raúl Lucio Uranga y Carlos Silvestre Begnis. También es el nombre que hoy reconoce este túnel, en su honor. Lo ideal era hacer un puente, pero la nación no quería. El aire y las aguas pertenecen a esta última. Al no sentirse apoyados por la nación para hacer la obra que uniera las dos orillas, estos dos cabezones hicieron la más difícil: un túnel subfluvial, al estar apoyado sobre el lecho del río. No había quejas. Construido de esta manera pertenece a las dos provincias. Qué gobernantes. Orgullo Provincial. De paso le hicieron Pito Catalán a la nación.

Sus casi tres mil metros de longitud fueron inaugurados en 1969. Recuerdo que lo visité a muy poco tiempo de su inauguración. Tuve que dormir en el auto porque el país entero quería conocer esta obra magnífica. La capital estaba desbordada por los turistas. Ya estábamos saliendo de él y los rayos del sol nuevamente nos invadían por las ventanillas, invitándonos a conocer esta parte de nuestro país. Saludamos a las autoridades en las Dirección de Turismo Provincial. Rápidamente nos pusimos en marcha. El tiempo se estrechaba.

Ya en su plaza principal recorríamos con nuestra mirada los hermosos edificios que la rodean, el palacio municipal y su catedral, así compartimos en pleno centro con su gente, que con un mínimo apuro pueblerino circulaba en todas direcciones. Estupefactos asistíamos a sus encuentros casuales y la charla distendida que inmediatamente iniciaban. Esto es lo que disfrutamos los sobrevivientes de las grandes urbes cuando vamos al interior de nuestro país. Envidiamos su paz.

Al estar en su provincia no debo olvidarme en recordar a la querida y costeña ciudad de la Paz. Hace unos años la visité por primea vez. En esa época las provincias tenían sus aviones propios. Entre Ríos no era menos, quizás en esto la mejor dotada.

Viajamos en un biplaza para 10 ó 15 pasajeros. Todos periodistas. Bajamos en un campo, una pista improvisada al costado de la ruta. Bajar en un campo arado no es ni más ni menos que una bajada de emergencia. La sensación no debe ser muy diferente.  Brincos y corcoveos sin anuncio previo. Está muy bueno. Sobre todo el ruido de las hélices de los motores, que se metía indolente dentro de la cabina. Soberbio julepe tenían algunos.

Sus caras pálidas así lo revelaban. Un febrero, un mes caluroso. Inolvidables noches de chamarritas y chamamés. En el Puerto, a orillas del Paraná. Todavía guardo mis dudas si no fue una broma del Mingo Podestá. Una costumbre de la época. Sus caras sonrientes, muy sospechosas. Nos recibieron. Inolvidables. Seguramente dijeron “¡Vamos a sacudir a los Porteños!”.

La Paz festejaba con un Concurso de Pesca,  muy famoso por aquella época. Fueron  maravillosos sus días. Confieso que en ninguna parte nos recibieron tal como ellos estaban acostumbrados. Recuerdos que siempre guardo muy cerca de mi corazón. Gracias entrerrianos. Gracias Paceños.

Montados en nuestro vehículo fuimos hacia la costanera, allí nos esperaba el Parque Urquiza con todo su esplendor, se destacaban “Todos los verdes”, palabras mágicas que identificaron como ninguna a esta provincia. Sus plantas, flores, árboles, importante cantidad de esculturas, vertientes de aguas naturales que inician un descenso alborotado hacia los niveles más bajos, buscando mezclarse con las marrones aguas de su Gran Río. Todo distribuido coquetamente y muy bien cuidado.  Balconean sobre la Barrancas. Un buen momento para los deportes al aire libre. Para darle rienda suelta a nuestros pulmones. En un marco imponente con el agua caudalosa a nuestros pies.

Sus habitantes festejan todo desde allí. Hace unos días todo su pueblo celebró los primeros 200 años de esta maravillosa ciudad. ¡Feliz Cumpleaños! Sus cuarenta y cuatro hectáreas explotaron de alegría. Las tres bandejas en la que están divididas,   parecían las bandejas de una gran torta. La emoción y la felicidad cautivaron a los Entrerrianos.

Para los que tienen la suerte de deleitarse con esta gran ciudad navegando desde el río Paraná (en lengua tupí-guaraní “Pariente del Mar”) este lugar guarda una belleza singular. Una ciudad altanera que se alza sobre sus gigantescas barrancas. Este río color león que siempre viaja apurado buscando liberarse en el mar. Rodeados de tanta agua y lo imponente de los edificios montados sobre el último nivel. Dándole la cara al gran espejo que produce todos los brillos del sol sobre el agua.

Puerto Sánchez: Allí, apretado contra el río y la barranca, este sí que es un pintoresco lugar. El poeta, el autor Jorge Méndez, del chamamé “Se despierta Puerto Sánchez”, lo inmortalizó mezclándolo con las mejores gargantas de nuestro folclore, el compás cadencioso del chamamé y el retumbar de las bordonas dentro de la caja de madera de las guitarras, el botoneo de la acordeona, que le saca brillos y sonidos, alternándolos en una melancólica armonía de alegría y tristeza.

Tan solo debemos cerrar los ojos y dejarnos llevar por la imaginación. Su sonido invadirá nuestros pensamientos. Su cadencia nos paseará sobre las aguas del gran río.  Pareciera que navegamos sobre el pentagrama. Nos hacemos parte de  sus acordes. Este humilde lugar pescador tiene la grandeza de su sencillez, que en la pluma del poeta recorre el mundo. Grande Entre ríos. Grande Puerto Sánchez.

Un rápido almuerzo en el centro de la ciudad. La tarde nos acompañaba ya con una temperatura primaveral; marchamos hacia el tercer nivel de la barrancas, donde están los edificios. Bordeando el parque Urquiza nos esperaban en Hotel Howard Johnson. Nos recibieron en su coqueto restaurant y dimos una recorrida por sus instalaciones. Todas sus habitaciones con vista al río. Nos quedamos mirando los veleros silenciosos, motos de agua, tablas de windsurf y lanchas rápidas que dejaban una estela blanca sobre la superficie del agua, como queriendo dibujarla. Un magnífico espectáculo.

No quiero ni pensar en la salida y puesta del sol. Las mañanas al despertar con chipa cuerito calentito -tortas fritas- y unos buenos mates. Un gran atardecer con un Etiqueta Negra desbordante.  On de rock. Qué maravilla.

En verdad, este gran hotel está muy preparado para convenciones. El destino, dijo la secretaria de Turismo, tiene una gran actividad y desarrollo en este segmento. Buena ubicación estratégica y buen clima, buenos lugares y magistral hotelería y  gastronomía. Todo esto apoyado por muy buena calidad profesional. Un lugar ideal para encuentros de ejecutivos.

De a poco nos íbamos despidiendo, la hora señalada estaba llegando a su pico máximo. Mal que nos pesara debíamos volver. Esta vez elegimos una ruta distinta, por el interior de la provincia de Entre Ríos. Cruzamos el Paraná en el sur, muy cerca de su desembocadura. En la lejanía, en la plena oscuridad del paisaje, sus dos siluetas se destacan totalmente iluminadas. Los puentes de Zarate Brazo largo. Otra obra arquitectónica digna de visitarse.

Back to top