Cruceros en el Caribe: turistas, dólares y comunidades

21 de Octubre de 2012 7:58pm
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Cruceros en el Caribe: turistas, dólares y comunidades

Los turistas bajan en cientos desde los grandes barcos en el puerto jamaicano de Falmouth, prestos a consumir. Sin embargo, muchos vendedores locales, situados detrás de la cerca de hierro forjado, no logran el acceso a los visitantes finalmente, como tampoco otros negocios en la ciudad. Es un cuadro que viven muchos puertos del Caribe: la separación entre turistas y comunidades, y la fuga del gasto fuera de fronteras.

En el caso de Falmouth, según los lugareños, pocos turistas paran para comprar pulóveres o figuras de madera y otras artesanías de las docenas de vendedores fuera de la cerca, o visitan otras áreas de la localidad. Muchos ni siquiera se aventuran más allá de las puertas de la terminal, a no ser en los buses turísticos que los llevan fuera, hacia las áreas de grandes resorts, y dejan atrás a comerciantes y taxistas.

No es la forma en que los locales escucharon que funcionaría el moderno puerto de 220 millones de dólares con inversión de la Autoridad de Puertos y Royal Caribbean. Se había dicho que los visitantes se adentrarían en la histórica ciudad para tener una experiencia plena, cerca de la calidez de los pobladores, y que gastarían más de 100 dólares per cápita. Sin embargo, esa calidez y los dólares han mantenido distancia.

“Nos prometieron que podríamos mostrarles nuestro patrimonio, vender nuestras artesanías. Pero la mayoría de los turistas permanecen lejos de la gente local”, se queja un guía turístico independiente.

Fuentes de la industria de cruceros revelaron en una reciente conferencia en Curazao que la industria aporta dos mil millones de dólares a las economías de Latinoamérica y el Caribe. Sin embargo, los críticos afirman que produce ganancias relativamente bajas a nivel local porque muchos pasajeros compran excursiones vendidas en los barcos o cenan o compran productos en cadenas de establecimientos internacionales.

De acuerdo con un reporte del Banco Mundial sobre Jamaica divulgado en 2011, el 80% de los ingresos por turismo en el Caribe no permanecen en la región, lo cual constituye una de las más altas fugas del mundo.

“En hoteles todo incluido del Caribe es común que sólo el 20% de los ingresos retorne a la economía local. En el caso de los barcos de cruceros, la cantidad es mucho menor, quizás del 5%”, consideró un experto de la London University.

El reporte presentado por la Florida-Caribbean Cruise Association (FCCA) durante el reciente encuentro en Curazao muestra que los pasajeros gastaron 1.48 mil millones de dólares durante escalas en puertos de 21 destinos del Caribe y Latinoamérica durante la temporada 2011-2012. No obstante, 583 millones fueron para compras de relojes y joyas en localidades donde el comercio en las terminales y muelles es dominado por cadenas internacionales.

Unos 270 millones adicionales fueron para excursiones terrestres, generalmente vendidas por las propias líneas de cruceros.

Sólo 87 millones fueron a artesanía local y souvernirs.

El fenómeno no es sólo restringido a Jamaica. En Haití, por ejemplo, los turistas bajan de los barcos de Royal Caribbean para visitar la atracción playera cercada en Labadee, en la costa norte del país, y no pueden abandonar el recinto.

“Deberían dejarles aventurarse en la ciudad. Ayudarían a la economía”, dijo el alcalde de Cabo Haitiano, y agregó que “la mayoría de la gente no siente la presencia de Royal Caribbean y de los turistas”, aunque cada pasajero que llega a Labadee paga 10 dólares de impuesto al gobierno haitiano, generando un total anual de seis millones al país.

En Bahamas, los barcos de Disney paran en su isla privada, Castaway Cay, donde hay locales trabajando como masajistas, camareros o choferes y los suministros llegan en barcos.

John Issa, ex directivo de la Asociación de Hoteles de Jamaica, afirma que las líneas de cruceros cuentan con una ventaja injusta sobre los negocios en tierra en los destinos caribeños, donde los gobiernos temen que los barcos podrían marcharse a otros destinos competidores.

Del lado de las navieras, se afirma que los barcos traen establemente cantidades de visitantes que de otra manera no visitarían nunca esos destinos, por lo que cualquier dinero que dejen en esos puertos es una ganancia.

Entretanto, el alcalde de Falmouth, Garth Wilkinson, al igual que su par de Cabo Haitiano, afirma que “el pueblo no está viendo el beneficio del puerto de cruceros”.

Según William Tatham, vicepresidente de la Autoridad de Puerto de Jamaica, la causa es que la ciudad está aún adaptándose a su nuevo rol como pueblo vacacional. Todos los negocios en la ciudad están dirigidos a los locales, tales como tiendas generales o de herramientas, o mercados de carne, señala.

Sin embargo, un artesano local –que trabajó en la construcción de los muelles- dice que la gente está cada vez más disgustada. “¿Por qué no podemos nosotros, que vivimos aquí, ganar también el sustento de la actividad de cruceros?”, pregunta.

De hecho, el reporte de la FCCA señalaba que ha habido una baja en los ingresos por gasto en transporte y artesanías.

Fuente: AP

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