Brasil y Argentina proponen crear una zona protegida para ballenas en el Atlántico Sur

15 de Julio de 2011 10:33am
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Brasil y Argentina proponen crear una zona protegida para ballenas en el Atlántico Sur

Brasil y Argentina, defendiendo la opinión de muchos otros países latinoamericanos, han solicitado nuevamente en la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que se valore la creación de un proyecto de refugio para ballenas en el Atlántico Sur, similar a las otras dos grandes reservas con este mismo cometido que existen en el Océano Índico (desde 1979) y en el Océano Austral (1994).

Una reserva en el Atlántico Sur sería útil para "al menos siete especies de cetáceos, entre las cuales se encuentran la ballena azul, la ballena jorobada, la ballena franca y el rorcual común", según  explicó Javier Rodríguez, profesor de biología costarricense y creador de la Fundación Promar, que también apoyó este reclamo.

La creación de esa zona de refugio, cuyos límites irían desde el Ecuador hasta el final del Océano Austral, permitiría sin duda proteger más eficazmente a las ballenas que recorren miles de kilómetros para llegar hasta allí, pero también impulsar más áreas de avistamiento de las mismas, demostrando que con esta inofensiva actividad pueden generarse casi tantos ingresos como con su cacería.

De acuerdo con un despacho de AFP, la solicitud de estos dos países fue sostenida además con la opinión de varios expertos y especialistas. Willie McKenzie, un militante británico de Greenpeace, sostuvo que la ballena jorobada, por ejemplo, “pasa su temporada de reproducción en las aguas cálidas, y luego su temporada de alimentación en las aguas frías, lo que significa que el refugio del Océano Austral no es suficiente para esta especie. Al crear una reserva más grande, usted protege a todo el ciclo vital de la ballena”.

"La finalidad de una reserva es fortalecer la moratoria a la cacería. Si un día se abre, se conservan grandes porciones de océanos cerrados a la caza comercial", puntualizó por su parte Vincent Ridoux, miembro del comité científico de la CBI, la única instancia de gestión de los grandes cetáceos. Sin embargo, él mismo reconoció que hay pocas probabilidades de que esa propuesta sea adoptada este año, pues "eso forma parte de las cosas que los japoneses rechazan sistemáticamente".

Refiere la nota de la agencia que Japón continúa capturando todos los años pequeños rorcuales en la reserva del Océano Austral, en el marco de su caza llamada científica, y ante la cólera de los defensores de los cetáceos.

"Para nosotros lo más importante es enviar una señal política y conservar el tema en el orden del día", destacó el responsable de la delegación brasileña, Marcus Paranagua.

Más allá de la simple preservación de las ballenas, el "objetivo de los países sudamericanos, apoyados por Sudáfrica, es también "desarrollar una actividad turística sobre una población de ballenas con buena salud", recordó Ridoux, refiriéndose a la observación de estos cetáceos.

Según un estudio, presentado durante la reunión de la CBI en Agadir, en 2010, la actividad de avistamiento de ballenas podría potencialmente permitir ganar 3.000 millones de dólares anuales y crear 24.000 empleos en el mundo. Esta perspectiva explica también por qué regularmente, desde hace unos 10 años, los sudamericanos apoyan ese proyecto, que para ser adoptado debe obtener la aprobación de las tres cuartas partes de los 89 miembros de la CBI.
 

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