Vinos de Estados Unidos en Havana Culinary Exchange
Dos productores de vinos estadounidenses presentaron una selección de sus más selectas botellas en la tarde de este miércoles en el hotel Iberostar Parque Central, como parte del proyecto Havana Culinary Exchange, un intercambio cultural impulsado por la iniciativa de Douglas Rodríguez, norteamericano de padres cubanos que innovó la comida fusión cubana en el sur de la Florida y que definió la cocina Nuevo Latino en Miami.
Sean Larkin y André Mack llegaron representando a sus respectivas casas vitivinícolas con cinco muestras de sobrada calidad, aplaudidas por los invitados en una cata guiada por el sommelier Iván Ruiz.
Mack explicó que busca que el vino sea lo más puro posible, “que no tenga mucha incidencia de madera. Lo más importante para mí es la acidez, que mis vinos sean amigables, de calidad, balanceados y con buenos precios”, confesó.
Sean Darkin presentó dos botellas de vino Jack Larkin: un blanco hecho exclusivamente con Chardonnay y un tinto elaborado con distintas vides. En tanto André fue igualmente bien recibido con su Knock on Wood (Chardonnay), que destacaba por su carácter frutal, con marcadas notas de pera y manzana, y una muy baja acidez, condición bien escasa entre los vinos de esa variedad de uva presentes en Cuba. Además complació a los presentes con un rosado, Love Drunk, y un tinto, Other Peoples Pinot (OPP).
Ambos estadounidenses contrastaban por sus producciones: André con varias decenas de miles de cajas al año y Larkin con una tirada mucho más limitada, pero coincidieron en su marcado interés por el mercado cubano.
Como parte del Havana Culinary Exchange han venido a Cuba, junto a los cocineros, un grupo de norteamericanos que quieren palpar de primera mano, no solo los sabores, sino todo el calor y el color que palpita en la Mayor de la Antilla.
Rodríguez, promotor y cabeza del proyecto, fue uno de los miembros originales del Mango Gang en Miami, una generación de chefs que elevaron la cocina del sur de la Florida a finales de los años 1980 y principios de los 1990. Su especialidad fue convertir en arte la comida básica cubana.
Nacido en Nueva York y criado en Miami, este chef ganador del Premio James Beard aprendió de la cocina cubana a través de la diáspora. En sus emblemáticos restaurantes en el sur de la Florida y otras partes (el Yuca original, , OLA, De Rodriguez en Ocean Drive y Alma de Cuba en Filadelfia, el único que sigue abierto), reinventó la comida cubana, sin tener que visitar la isla. Según adelantó, en el mes de febrero planea inaugurar un restaurante nuevo en Miami, que llamará Mojitobar.
Sus padres (del capitalino municipio de Regla y de la provincia de Guantánamo), y su padrastro, también cubano, le darían a Douglas ese acento bien criollo que le brota al hablar. Aunque —confiesa— el idioma español no es uno de sus fuertes y se siente incapaz de escribirlo.
“Me enamoré de Cuba en mi primer viaje hace tres años y llegué a Miami hablando del tema con mis amistades. Estaba tan emocionado que mis amigos quisieron venir conmigo. Pusimos fecha. Traje a 17 personas y los llevé a diferentes restaurantes, cociné para ellos… Hasta ahora he hecho 14 viajes con grupos diferentes”, comentó.
Su motivación —dijo— es la oportunidad de llevar destellos de lo que ocurre en el mundo a hombres y mujeres cubanos tan apasionados como él.




