Santiago de Cuba: la más caribeña de las ciudades cubanas
Por: René Camacho
Cuba. Más allá de su rica tradición histórica y su influencia en las luchas por la libertad de este país, Santiago de Cuba es conocida como la ciudad más caliente de la isla, y no solo por las altas temperaturas que allí predominan, sino por el calor de su gente y su cultura, crisol de tradiciones africanas, españolas, francesas, antillanas y de todas partes del mundo.
Santiago, como simplemente se le conoce entre los cubanos, es la cuna del son, de la trova, de la conga y de tradiciones de todo tipo, que cada año se funden en la Fiesta del Fuego, el más completo festival cultural del Caribe, que reúne a representantes de todo el mundo en una semana de jolgorio por toda la ciudad.
Fundada por Diego Velázquez hacia 1514, Santiago de Cuba se encuentra en la región oriental del país, en un valle robado al mayor macizo montañoso de la isla, la Sierra Maestra, y junto a la bahía del mismo nombre. Fue la capital de la Isla desde 1515 hasta 1607. Codiciada desde entonces, para defenderse de los ataques de corsarios y piratas se construyó allí la fortaleza de San Pedro de la Roca del Morro, que se comenzó a erigir a finales del siglo XVI y demoró más de dos siglos en terminarse. En 1997 la UNESCO la declaró como Patrimonio de la Humanidad.
Un paseo por la ciudad puede revelarnos su rica cultura, al visitar lugares como el Parque Céspedes; el Cementerio de Santa Ifigenia; la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción; la casa más antigua de América, la de Diego Velázquez; el Palacio de Gobierno, el Hotel Casagranda; el museo Bacardí o la calle Heredia en la que se pueden encontrar la Casa de La Trova y el museo del Carnaval.
Otros lugares de interés son la Plaza Dolores; la Plaza Antonio Maceo; el Balcón de Velázquez; el Cuartel Moncada o el Parque Militar de la Loma de San Juan, sin olvidar Padre Pico, calle famosa en todo Santiago, por ser una escalera de varias cuadras de longitud; o los conocidos carnavales santiagueros, que se celebran cada año en junio, y que siempre terminan en una gigantesca "conga" por toda la ciudad, a la que se suman niños o ancianos, negros y blancos, pobladores o visitantes, en una inmensa marea de fiesta que desborda "la Trocha", calle preferida para "arrollar".




