Perú cobra cada vez más fuerza como destino para el turismo rural comunitario
Perú. Cada vez son más los viajeros que huyen de las vacaciones usuales para buscar una experiencia única y enriquecedora, que les permita tener un contacto personal, directo y profundo con el país y la cultura que visitan.
Es en este contexto donde el turismo rural comunitario cobra en Perú toda la intensidad de su razón de ser: una nueva forma de turismo que, de un lado, permite el acercamiento del viajero a las comunidades locales y, de otro, las ayuda a desarrollarse econonómicamente y mejorar su calidad de vida.
De este modo, el viajero deseoso de interactuar con las comunidades, se empapa de sus tradiciones y su entorno, mientras la población local consigue generar los ingresos suficientes para mantener su autonomía y preservar su cultura.
El apoyo de las instituciones a los proyectos de turismo sostenible ha permitido el desarrollo de múltiples iniciativas, que están contribuyendo a un posicionamiento de Perú a nivel internacional como un destino de referencia en Turismo Rural Comunitario.
Muchas de estas comunidades rurales, conscientes de la importancia de conservar sus costumbres, han llevado a cabo un proceso de organización interno, para ofrecer un producto turístico con un valor añadido para el viajero: su componente vivencial y enriquecedor. Los ingresos percibidos permiten a estas comunidades introducir mejoras en sus sociedades (como, por ejemplo, en sus sistemas educativo y sanitario), preservar su idiosincrasia y la integridad de su entorno.
Una experiencia diferente
El turismo rural comunitario no es sólo un viaje en el espacio, sino también en el tiempo. El viajero deja atrás la gran ciudad y el frenético ritmo de vida del siglo XXI para adentrarse en escenarios inmunes al paso del tiempo, en proyectos ubicados en la selva, en la costa o en las montañas, en los que las comunicades locales trabajan como guías y anfitriones.
Durante su estancia, el visitante tiene la oportunidad de convivir con ellos, compartiendo sus costumbres y ritos ancestrales, de gran valor histórico-cultural, y disfrutando de los escenarios privilegiados donde habitan estas comunidades andinas.
En la actualidad, son varias las iniciativas de Turismo Sostenible emprendidas con éxito en toda la geografía peruana. Entre ellas, son destacables los desarrollados en el corazón del Parque Nacional Manu (Casa Matsiguenka); en Cusco; en el Santuario Nacional Manglares de Tumbes; o en la región andina de Áncash.
En Madre de Dios (sur de Perú)
Situado en pleno centro del Parque Nacional Manu, paraje reconocido por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad, se desarrolla Casa Matsiguenka, un interesante proyecto de ecoturismo gestionado por etnias locales situado en Madre de Dios, en la selva del sur de Perú. Los nativos de las comunidades de Tayakome y Yomibato se encargan personalmente de gestionar este albergue y guiar al visitante por el bosque y sus instalaciones, así como de instruirles en su lengua, las técnicas locales de elaboración de instrumentos de pesca y caza y la manufacturación de vestimenta y adornos.
En Chahuaytire (en Cusco)
La comunidad de Chahuaytire, en Cusco, es pueblo de grandes tejedores, de gran valor histórico y cultural. Las bordadas y amplias faldas de ellas, y los vistosos ponchos conchos de ellos, se han convertido en todo un signo de identidad para esta comunidad. Junto al textil tradicional, el otro gran valor de Chahuaytire es la papa local. La comunidad está integrada en el Parque de la Papa, categorizado como Área de Patrimonio Biocultural de Perú, consagrado a la recuperación y promoción de este producto autóctono andino. Aquí, el viajero se verá inmerso en una experiencia gastronómica-cultural donde degustará un amplio buffet de platos elaborados a base de papas nativas en el restaurante del parque, y participará en una peculiar "clase magistral" que le acercará a las curiosidades de 180 variedades de papas andinas.
En Áncash (Centro de la Cordillera de los Andes)
En la región de Áncash, repleta de bellos escenarios naturales entre las montañas de Los Andes, los amantes de los deportes de aventura son los principales peregrinos. El punto de encuentro es un albergue ("Konchucos Tambo Trek") de filosofía perfecta: el equilibrio ideal entre comodidad y estrecha comunión con la naturaleza y los pobladores locales. Ofrece hospedaje semi rústico a pequeña escala, con completa oferta de actividades de aventura, observación de flora y fauna local. Además, el viajero podrá disfrutar de la privilegiada oportunidad del descubrimiento de los usos y costumbres de la región, sus técnicas artesanales y de producción de alimentos, de la mano de las propias comonidades locales.
En Chaparrí (Noroeste de Perú)
La Comunidad Campesina Santa Catalina de Chongoyape, en la región de Lambayeque, ha sido el primer ejemplo privado de turismo comunitario realizado en Perú. Un proyecto que ha posibilitado la recuperación de los bosques secos por parte de la comunidad autóctona, lo que trajo consigo la conservación de la extensa y valiosa flora y fauna que habitan la zona, considerado uno de los hábitat más valiosos del planeta. En Chaparrí, el viajero encontrará una experiencia de naturaleza y paz entre especies tan imponentes como el ojo de anteojos, el cóndor o la rescatada pava aliblanca (que se creía en peligro de extinción), mientras se hospeda en cabañas construidas por la propia comunidad de Chongoyape.
En los Manglares de Tumbes (Norte de Perú)
En el norte de Perú se encuentra otro destacado proyecto de ecoturismo, puesto en marcha desde 1995 en el Santuario Nacional Manglares de Tumbes. Un valioso ecosistema que durante décadas había sufrido el impacto de la tala indiscriminada y la extracción de cangrejos y conchas negras, se ha convertido en la actualidad en espacio protegido y conservado por las propias poblaciones locales, que anteriormente, fruto de la necesidad, habían actuado como depredadoras. Las salidas al manglar se realizan en canoas y permiten descubrir la enorme biodiversidad del Santuario, avistando las distintas especies de flora y fauna autóctona; o la extracción de deliciosas conchas en el litoral. Otro lugar de interés es el criadero de cocodrilos, un proyecto de repoblamiento de estos animales casi extinguidos en el río Tumbes; aquí, los cocodrilos son criados para ser devueltos después a su hábitat natural.




