Europa: Bancos centrales no ofrecen confianza a los inversores

10 de Octubre de 2008 1:14pm
godking

Fuente: Mercados y Tendencias

Europa: En una inédita acción coordinada, seis bancos centrales líderes del mundo occidental redujeron el miércoles las tasas de interés, para oxigenar los mercados de crédito y destrabar la crisis de liquidez que ahoga en las últimas semanas al sistema financiero global.

Aunque la flexibilización de las políticas monetarias constituía un reclamo del mundo bursátil, la noticia tomó por sorpresa a los inversores e inyectó un entusiasmo de muy corta duración en las principales plazas financieras del planeta.

En consecuencia, las bolsas de valores del mundo cerraron con fuertes pérdidas, arrastradas por el pánico que domina en estos días a los mercados, mientras el dólar cayó frente al euro por segunda jornada consecutiva y el yen volvió a cerrar como la moneda más firme de las últimas semanas.

Sin esperar a la reunión prevista para fines de este mes, la Reserva Federal lideró ayer una ronda coordinada de recortes de tasas de interés oficiales; en Estados Unidos la tasa bajó en medio punto porcentual, hasta 1,5%.

Al carro de ajustes del precio del dinero se sumaron el Banco Central Europeo (BCE) -que dejó la tasa en 3,75%-, el Banco de Inglaterra -a 4,5%- y las autoridades monetarias de Suiza, Canadá y Suecia.

Aunque no integraba oficialmente la medida conjunta, el banco central chino se unió a ella y anunció, a su vez, un recorte de las tasas para los préstamos a un año.

Por su carácter coordinado entre los organismos emisores de las economías más poderosas del planeta, la operación no tiene precedentes en la historia y se suma a otras urgentes intervenciones de esos bancos centrales, para inyectar capital en el contraído sistema financiero mundial y socorrer a las entidades bancarias y financieras en riesgo de quiebra por las dificultades para encontrar financiamiento.

Sin embargo, la vigorosa maniobra de los bancos centrales para abaratar el dinero no consiguió apagar el fuego en las bolsas. El entusiasmo de los especuladores se disipó en un abrir y cerrar de ojos.

El principal índice de la bolsa neoyorquina, el Dow Jones, cerró en baja por sexto día consecutivo y perdió la cota de 9.300 puntos, algo que no ocurría desde agosto de 2003.

Antes, se desplomaron las bolsas europeas y asiáticas. La de Fráncfort cerró con caída estrepitosa del 5,88%, París se derrumbó en 6,39%, Madrid retrocedió 5,2% y Londres cayó 5,18%.

De nada sirvieron en la bolsa londinense, el recorte de las tasas de interés en medio punto porcentual ni el masivo plan de rescate bancario anunciado por el gobierno británico, que incluye una nacionalización parcial de sus mayores bancos, por 87.000 millones de dólares (64.000 millones de euros).

En Tokio, el índice Nikkei terminó la sesión del miércoles con baja de 9,38%, en su peor caída desde el "lunes negro" de 1987. Los inversores nipones se contagiaron con el pánico financiero mundial y se lanzaron a liquidar acciones. Les preocupa la caída del dólar frente al yen porque esa tendencia penaliza a los exportadores de Japón.

La divisa estadounidense ya se ha cotizado a menos de 100 yenes en el intradiario y podría seguir en picada, debido a que la moneda nipona se ha convertido en un refugio atractivo en el mercado cambiario internacional, al combinar bajas tasas con escaso riesgo.

El jueves las aguas se aquietaron algo en la bolsa de Tokio tras la tormenta del miércoles negro -el Nikkei terminó con pérdidas mínima de 0,49%-, mientras las plazas europeas abrieron con ganancias. Pero todavía domina el ambiente una incertidumbre y desconfianza que no consiguieron borrar ayer los bancos centrales.

La incapacidad para tranquilizar al escenario bursátil mundial ya irrita a los jefes de esos organismos. En comparecencia televisiva, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, rogó ayer a los operadores de bolsas que "recuperen el juicio" y recalcó que "el pesimismo excesivo es muy mal consejero".

Todas las medidas que están adoptando en estos días las autoridades bancarias del mundo no tendrán efecto inmediato en los mercados.

Dos razones básicas congelan por lo pronto cualquier reacción positiva: esas maniobras tienen un carácter extremo, francamente desesperado, que expresa sobre todo el grado de deterioro alcanzado ya por los mercados; y el otro motivo es que muchos intuyen que apenas estamos a las puertas de una debacle de mayores proporciones, que tendrá mayores consecuencias en la economía real.

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