¿Qué le dejó a Santiago de Cuba el XXXI Festival Internacional de Coros?
No solo cinco días de excelentes presentaciones artísticas trajo a esta ciudad sur oriental de Cuba el XXXI Festival Internacional de Coros sino que el evento del 2 al 6 de diciembre, dejó aquí valiosas experiencias e incluso la presencia, más allá del encuentro, de una personalidad como Norma Basso.
Agrupaciones extranjeras: Voices from the Vacant Lot, de Sydney, Australia; Concert Choir, de EUA, y White Nights Choir, de Rusia-Suiza, se unieron al Coro Madrigalista, al que por sus 60 años le fue consagrado el Festival; al Orfeón Santiago, Música Áurea, al Coro Nacional de Cuba, con la maestra Digna Guerra en sus aniversario 55 y 70, respectivamente… para materializar una auténtica fiesta coral, a la que se sumaron Andinos, la Coral Universitaria, Sirena, Coro Masculino de Guantánamo, el Coro Profesional de Camagüey, Euterpe, de Las Tunas, Vocal Leo, Polifónico de Pinar del Río, Comunicación Vocal…
Claro que tanta calidad vocal y tantos modos de hacer el canto coral representaron una suerte para el público santiaguero que llenó repetidamente en cada programa, la Sala de Conciertos Dolores, o el que disfrutó en escuelas, centros de trabajo, e instituciones culturales de la urbe.
Pero es indiscutible que al margen de las presentaciones de los grupos quedaron aquí experiencias valiosísimas y aún esta semana, por ejemplo, Santiago de Cuba cuenta con la sapiencia de esa personalidad en el universo del canto coral en el mundo, que responde al nombre de la argentina-francesa Norma Basso, quien prestigió al XXXI Festival dedicado también, a los 55 años del Orfeón Santiago y a la obra musical de su fundador y director, el maestro Electo Silva, Premio Nacional de Música, por demás muy amigo de Norma.
En la sede del “Madrigalista”, en la calle Carnicería, entre Heredia y Aguilera, aún continuaban hoy los talleres con la Basso, quien dijo:
“Soy directora de coros de toda la vida y me he especializado mucho en la técnica vocal del canto, aplicada al coro.”
Recordó que 1992 vino a este mismo Festival, y en ese momento hizo un pequeño Taller. Ahora, 23 años después, está de nuevo en Santiago de Cuba para encabezar varias sesiones de hora y media, y tratar en ese lapso de trasmitir sus enseñanzas.
Explicó que está escribiendo un manual sobre la técnica vocal aplicada al canto coral, que es su especialidad, y que como también compone, se trajo varias creaciones que le están editando en Francia.
“Esta visita a Santiago de Cuba es para mí un momento de gran exaltación. Vivo en Francia hace 36 años. Me jubilé como directora de coros pero sigo trabajando, sobre todo en la transmisión: escribiendo, dando cursos., y cada vez que voy a Argentina doy seminarios en la Universidad donde fui alumna hace muchos años, y allí desarrollo un programa mucho más ambicioso. Acá estoy tratando de hacer lo más posible.”
Norma Basso es toda una personalidad del canto coral y de la técnica vocal. Nació en el campo argentino, vivió luego en Rosario, Córdoba…
“Y me fui del país cuando la dictadura militar. Tengo toda una historia que estoy escribiendo también, con uno de mis coros allá: un coro muy batallador que la pagó bastante caro: con la anulación del grupo; conque me echaran a mi, definitivamente. Pero ahora estamos escribiendo las memorias; organizo un compendio de cosas que quiero hacer para dejar, porque no se sabe hasta cuando uno va estar bien de salud en esta tierra.”
Por lo pronto muy satisfecha se muestra la maestra Magalys Sánchez, directora del Coro Madrigalista, en cuya sede la Basso continúa esta semana sus talleres sobre técnica vocal, algo que tanto le agradece Santiago de Cuba.
También, los integrantes del Concert Choir, de Estados Unidos, han compartido experiencias con sus homólogos santiagueros, algo que llena de satisfacción al maestro Joel Knapp, el director de la agrupación estadounidense, quien agregó:
“Nuestro coro es de alumnos universitarios, que están estudiando música. Pero nos encanta el ritmo de los coros santiagueros; la forma de hacer la música. Y estamos muy contentos de estar en Cuba, nuevamente; nos gusta interactuar con el pueblo; nos gusta mucho la gente. Y nos sentimos muy bien aquí con los santiagueros. Además, la ciudad es maravillosa.”
Como puede observarse, la mezcla que resulta de estos festivales de coros en Santiago de Cuba representa un beneficio tanto para la urbe como para sus cantores y cantoras y directoras y directores. Por ejemplo, Corina Campos, directora de “Vocal Leo” no escatimó palabras para decir: “Siempre miramos a Santiago de Cuba y la vemos tan linda, tan bella, nos estimula tanto”.
Mas es la urbe la que siempre sale ganando, y lo hizo esta vez con el programa de música contemporánea del siglo XX, alguna música cubana y sobre todo música sacra de compositores del siglo XX, que “Vocal Leo” le dedicó, incluso el estreno de un arreglo de una guaracha de Ñico Saquito, que se llama “La fiesta de los ratones”.
“Yo no conocía esa guaracha, entonces oímos el original y después un amigo nos hizo el arreglo muy bonito”, apuntó Corina, quien abundó en sus opiniones:
“Siempre agradecerle a Santiago de Cuba la vida que tiene, y su música, sus coros. Por eso le dedicamos con mucho amor: Las nostalgias de serenatas, de Guido López Gavilán, y los spirituals, que es muy importante para la cultura general y para los coros cubanos que los cantan mucho.
“Esta ciudad debe mantener este Festival; no dejar morir la música coral; que no muera esa tradición de tantos años. Y a pesar de cualquier dificultad --porque realmente las tenemos--, los coros seguirán llegando a Santiago de Cuba para conocerse mejor unos y otros.” En términos similares habló Aleivis Arauz Batista, directora del coro Euterpe, de Las Tunas.
Lo cierto es que la edición XXXI del Festival Internacional de Coros de Santiago de Cuba, corroboró cuán importante es el evento para estas agrupaciones en el país, no solo para mantener la música coral viva sino por lo que representa en el intercambio de conocimientos entre las direcciones de los grupos y entre los coristas, y porque el festejo es como un termómetro que mide la vitalidad del género en Cuba y su impacto en la arena internacional. Por eso, si de música coral se trata, todas y todos sentirán siempre el placer cantar para Santiago de Cuba, para su pueblo.




