Sobrevivir a una temporada de récord
Por Juan Barjau, Director de estrategia y desarrollo de negocio en Cinco Estrellas Club
Nunca he sido aficionado al alpinismo, lo reconozco. Un deporte que consiste, según nos recuerda la RAE, en escalar montañas, dicho con la máxima admiración y respeto. Sin embargo, sí tengo claro que, si alguna vez me decidiera a ello armado de valor para escalar el Everest, me llevaría una gran decepción si al atisbar su cumbre me encontrara con una imagen similar a la que ilustra este artículo.
Lo anterior ocurre más a menudo de lo que imaginamos porque nos empeñamos en convertir lo excepcional en ordinario, llevándolo al alcance de cualquier mortal, o cuando se nos va la mano a la hora de democratizar los viajes. Es muy loable llevar un producto o destino a cualquier bolsillo o condición. No obstante, cuando nos pasamos de frenada o calibramos mal el equilibrio entre oferta y demanda es posible que entremos en terreno pantanoso.
Ese ímpetu desaforado por crear tendencia de ciertos turoperadores, otrora los únicos capaces de generar demanda hacia un destino determinado, nos ha llevado a uno de los grandes males de nuestra industria turística, la masificación.
Riesgos de una excesiva masificación de destinos turísticos
En los tiempos actuales, con un cliente más informado y viajado, es cada vez más complicado satisfacer sus expectativas, poner a su alcance esa experiencia única y personalizada que tanto ansían. Es evidente que encontrarte a tu vecino en plena escalada al Everest no parece el mejor camino para lograrlo.
Siempre he abogado por la calidad vs la cantidad apostando por modelos de negocio que busquen, con determinación, rentabilidad y sostenibilidad a largo plazo. Una excesiva concentración nos lleva a un escenario de destinos masificados difícil de sostener en el tiempo. La frase “cuida el planeta” tiene hoy más sentido que nunca; o cuidamos aquellos lugares y países que visitamos o acabaremos, turísticamente, con ellos.
Es comprensible que tras los índices de ocupación registrados en esta Semana Santa y los primeros atisbos de una temporada de récord, resulte complicado contener la euforia generalizada.
Sin embargo, la desaceleración en las ventas de estos últimos días de abril es un aviso a navegantes, recordándonos que nunca es bueno vender la piel de oso antes de cazarlo y que todavía queda mucho camino por recorrer.
¿Cómo están actuando los turoperadores frente a la masificación?
La cuestión no es baladí cuando casi todos los turoperadores concentramos el volumen de nuestras ventas en unos pocos destinos, aquellos que comprenden nuestro “Core de negocio”. La mayoría seguimos al pie de la letra lo que conocemos como la ley de Pareto o la regla del 80/20, de la que ya hemos hablado en otras ocasiones.
Referido al ejemplo que nos ocupa, podríamos decir que el 20% de nuestro producto nos proporcionaría el 80% de nuestras ventas y ciertamente nadie se atreve a alterar esta máxima.
Siendo aconsejable seguir la doctrina de Pareto, de la que me considero fiel discípulo, también es de obligado cumplimiento ampliar nuestro porfolio de destinos. El objetivo no es solo diversificar el riesgo operativo, que también, sino construir un abanico de producto suficientemente atractivo como para persuadir a nuestros clientes, las agencias de viajes.
Si se me permite la licencia -hablar de nuestro libro- es lo que perseguimos desde Cinco Estrellas Club con el lanzamiento hace unos días del destino de Cuba. Algunos pensarán que siendo uno de los referentes en Oriente Medio nadamos contracorriente.
Nada más lejos de la realidad, el propósito es claro y meditado. Crecer en destinos menos masificados, donde también somos especialistas, que sean complementarios a la oferta en Egipto, Turquía o Jordania, donde la operación se mueve en números más relevantes.
Entonemos una melodía a la esperanza y dibujemos un futuro con un turismo de mayor calidad y menos masificado. Seguro que la Industria turística lo agradecerá y el planeta también.
