Airbnb y las nuevas reglas del alquiler vacacional en Europa 2026

17 de Diciembre de 2025 2:12pm
Verónica de Santiago
Airbnb

 

Europa se prepara para un cambio de etapa en el mercado del alquiler vacacional. La Comisión Europea ha confirmado que en 2026 entrará en vigor un nuevo marco regulatorio que afectará de forma directa a las plataformas de alquiler de corta duración, como Airbnb, Booking o Expedia, y que reforzará el papel de los ayuntamientos en la gestión de los destinos turísticos y del acceso a la vivienda.

La iniciativa se enmarca en la futura Ley Europea de Vivienda Asequible, un proyecto legislativo con el que Bruselas pretende ofrecer seguridad jurídica a los Estados miembros para actuar en las denominadas zonas de tensión habitacional. El objetivo no es prohibir el alquiler turístico, sino dotar a las autoridades nacionales y locales de herramientas legales claras y basadas en datos para regularlo cuando su impacto compromete el equilibrio residencial, urbano o social.

Este nuevo enfoque responde a una realidad compartida por muchas ciudades europeas. Según datos de la propia Comisión, los alquileres de corta duración han crecido un 93 % entre 2018 y 2024, pasando de ser una actividad ocasional entre particulares a un negocio de carácter claramente comercial. Este crecimiento ha coincidido con un aumento de la presión sobre el mercado de la vivienda, especialmente en centros urbanos y destinos turísticos consolidados.

Qué cambia para el alquiler vacacional a partir de 2026

El primer hito normativo llegará en mayo de 2026, cuando empiece a aplicarse el reglamento europeo sobre alquileres de corta duración ya aprobado. Esta normativa refuerza la transparencia del sector mediante sistemas de registro, intercambio de datos y mayor control sobre la actividad que se desarrolla a través de plataformas digitales.

A este reglamento se sumará un nuevo acto legislativo que la Comisión presentará en el marco de la Ley de Vivienda Asequible. Aunque aún no se han detallado todas las medidas, el enfoque está claro: permitir a las autoridades actuar en zonas de alta presión residencial con criterios comunes en toda la Unión Europea.

Para el negocio del alquiler vacacional, este cambio no supone su desaparición, pero sí el final de una etapa de crecimiento desordenado y con normativas fragmentadas. El sector se dirige hacia un escenario de mayor profesionalización, en el que será clave diferenciar entre la actividad ocasional y los operadores con una clara vocación empresarial, así como adaptarse a las regulaciones locales de cada destino.

La mayor previsibilidad normativa es, al mismo tiempo, una oportunidad para los operadores que apuesten por modelos responsables, integrados en la economía local y alineados con la estrategia turística del territorio.

Más poder municipal para regular en beneficio del destino

Uno de los elementos más relevantes del nuevo marco europeo es el protagonismo que adquieren la administraciones locales. La Comisión reconoce que la presión del alquiler vacacional no se manifiesta de la misma forma en todos los territorios y que son los ayuntamientos quienes mejor conocen su impacto real sobre el acceso a la vivienda, la convivencia vecinal y la identidad urbana.

Con el respaldo jurídico de la Unión Europea, los municipios podrán declarar zonas de tensión habitacional, limitar o condicionar licencias, establecer requisitos específicos y diseñar políticas adaptadas a su realidad, siempre bajo criterios de proporcionalidad. Este enfoque busca equilibrar el desarrollo turístico con el derecho a la vivienda y la cohesión social.

Desde Bruselas insisten en que regular el alquiler vacacional no es una medida contra el turismo, sino contra las dinámicas especulativas y de corto plazo que distorsionan el mercado inmobiliario y ponen en riesgo la sostenibilidad de los destinos. Por ello, esta regulación se acompaña de otras iniciativas europeas orientadas a impulsar la construcción de vivienda, fomentar modelos urbanos más sostenibles y corregir los desequilibrios entre oferta y demanda.

En este nuevo contexto, el alquiler vacacional deberá integrarse de forma más clara en la planificación turística y urbana, demostrando su aportación económica y social al destino. 2026 marcará así el inicio de una etapa en la que turismo, vivienda y territorio estarán más conectados que nunca, con los ayuntamientos como actores clave para garantizar que el éxito turístico no se traduzca en un problema estructural para quienes viven en los destinos.

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