Rastrear lobos, la nueva forma de turismo de moda en Europa

Las montañas de los Apeninos Centrales, en el corazón de Italia, esconden un territorio salvaje formado por picos de piedra caliza, bosques de hayas milenarios y profundos cañones. Allí, varias manadas de lobos han logrado recuperar terreno tras haber estado al borde de la extinción, alcanzando una de las mayores densidades de población de lobos en Europa.
En esta región, los visitantes pueden participar en excursiones de rastreo de lobos en el Parque Nacional de Abruzzo, una propuesta que se extiende también a zonas como los Alpes franceses, Suecia y la región rumana de Transilvania, donde se ofrecen caminatas guiadas para observar estos animales en su entorno natural.
Las empresas organizadoras aseguran que estas experiencias de turismo de naturaleza contribuyen directamente a la conservación de los lobos, fomentando la convivencia pacífica con los humanos y promoviendo el respeto por su hábitat.
Una de las propuestas más destacadas es la de Wildlife Adventures, que ofrece fines de semana de rastreo entre noviembre y abril. Estas excursiones de tres días combinan caminatas de hasta 10 kilómetros diarios con visitas a comunidades locales que trabajan por la coexistencia armónica con la fauna salvaje.
El fundador de la empresa, Umberto Esposito, define estas salidas como “una inmersión total en el mundo del lobo”. A lo largo del recorrido, los participantes aprenden a identificar huellas y otros rastros, y utilizan técnicas de seguimiento similares a las de biólogos y gestores de fauna.
Por las noches, el silencio de los refugios de montaña se ve interrumpido ocasionalmente por aullidos lejanos, un recordatorio vibrante de la presencia de estos esquivos depredadores.
Esposito destaca que el turismo responsable puede ser una herramienta poderosa contra los prejuicios que rodean al lobo, sobre todo en personas que no viven en zonas rurales y cuyo único contacto con estos animales proviene de informaciones distorsionadas en los medios.
Además, señala que convertir al lobo en un activo turístico puede modificar la percepción de las comunidades locales, que podrían pasar de verlo como una amenaza a considerarlo un símbolo de orgullo y conservación.
El impacto positivo también alcanza lo económico: este tipo de turismo genera nuevas oportunidades de empleo en zonas rurales, desde guías hasta alojamientos, y apoya la venta de productos artesanales y locales. Incluso puede prevenir el abandono de áreas de montaña y evitar su transformación en centros de esquí insostenibles, especialmente vulnerables al cambio climático.
Mientras tanto, regiones como Transilvania ya demuestran los frutos de una gestión forestal eficaz: bosques saludables y poblaciones florecientes de lobos, osos y linces, reforzando la idea de que el turismo de rastreo no solo es posible, sino esencial para un modelo de desarrollo sostenible.