Ráquira: la ciudad de cerámica de Colombia
Redacción Caribbean News Digital
Ráquira, una de las ciudades más antiguas de Colombia, es reconocida internacionalmente por el colorido de sus artesanías y objetos de arcilla.
Se encuentra a 60 km de Tunja, cerca de Villa de Leyva, a 2150 msnm, y resulta uno de los pueblos más llamativos de Boyacá. Su nombre proviene del muisca y significa “pueblo de ollas”.
La abundante producción alfarera y cerámica que la caracteriza se hace evidente desde que el visitante llega al lugar, donde el colorido de casas y tiendas transmiten la alegría de sus habitantes. Insólitos tonos que van desde los azules, rojos y verdes hasta los blancos y rosados. Idea del arquitecto tunjano Daniel Sanabria, quien descubrió que debajo de las pinturas modernas de las paredes se conservaban intactas las tonalidades empleadas por los aborígenes que construyeron el poblado. De ahí nació un diseño contemporáneo al que los raquireños imprimieron su toque personal.
En sus calles se pueden encontrar numerosos comerciantes, que exhiben una variedad de objetos de barro de alta calidad, famosos desde la época indígena, como tinajas, figuras religiosas, campanillas, materas, juguetes y joyería, hechas a mano en hornos precolombinos o mediante nuevas técnicas que han incorporado estos artesanos para otorgarle a cada pieza un acabado especial. Además de hermosos tejidos de sacos, canastos, vestidos y hamacas.
El Parque Principal exhibe una serie de esculturas en arcilla y cerámica representativas de las tradiciones y oficios de la región, que fueron instaladas paulatinamente y elaboradas por artesanos locales.
El Museo de Artes y Tradiciones Populares de Ráquira, con casi 300 años, muestra exposiciones de cerámica precolombina y comercializa objetos como: hamacas, cestos, cerámica, paisajes y vitrales, que los artesanos mandan desde sus tierras. Allí están representadas las 20 familias indígenas que habitan en el país.
También el turista puede visitar talleres que organizan actividades demostrativas que les ofrecen la posibilidad de realizar sus propias creaciones: aprender a modelar el barro, poner la pieza en el horno y disfrutar de los olores de la arcilla, el fique y los tintes.
Sin dudas, Ráquira es una ciudad donde el color y el barro permanecen como una tradición viva y la convierten en cuna de las piezas de cerámica más bellas del país.
