Tulum: Una experiencia de pura felicidad

México. En días pasados les relatamos la historia de nuestro reciente viaje de prensa a la Riviera Maya, dentro de un trabajo investigativo. Ahora vamos a dedicarnos a Tulum y su gente, resaltando en esta primera entrega dos propiedades: Ana y José Beach Club, y Ocho Tulum Resort, Restaurante y Spa.
Y ¿por qué queremos escribir sobre la gente de Tulum? Porque sencillamente este destino que es hábitat de manglares, pastos marinos, tortugas acuáticas y un buen número de animales en su selva, cuenta también con cenotes, caletas y playas; pero desde el punto de vista ecológico lo más importante es que colinda con la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, uno de los tesoros más preciados de todo el país.
Los locales hoteleros y turísticos de este entorno están conscientes de que el frágil equilibrio ambiental podría romperse si Tulum crece desacompasadamente, por lo que nos sentimos en la obligación de resaltar la labor y el pensamiento de algunos de ellos.
En Tulum no existen grandes desarrollos turísticos. El aire es purísimo; la playa más transparente y de la arena más blanca que se pueda imaginar; el cielo está siempre tachonado de estrellas; y esto, aunado a su riqueza arqueológica, lo hace un destino ideal para el ecoturismo.
Ya habíamos venido a Tulum en otras oportunidades, por lo que nos sorprendió la rapidez con la que llegamos en auto en esta ocasión, gracias a que las vías están ahora en excelente estado y fueron modernizadas. Desde Playa del Carmen el bucólico Tulum queda a solo media hora y de Cancún a unos 75 minutos.
Las vacaciones allí son con sabor a pueblo: “La suerte es que el pueblo no está a la orilla de la costa, sino imagínate, el caos sería incontrolable en unos años”, nos dice el siempre combativo conservacionista Arquitecto Oscar Carreño, propietario de la posada “La Nueva Vida de Ramiro”. Oscar es uno de los mayores protectores del desove de las tortugas, y todo su hotelito fue construido respetando cada árbol y sin tirar nada vegetal. Preocupado, nos informa que este año el desove es menor.
En el 2008 Tulum fue elevado a la categoría de Municipio, lo que esperamos que no conlleve grandes cambios. La construcción de su aeropuerto internacional sigue su marcha y será inaugurado el próximo año.
La temporada baja estuvo muy baja, rozando en muchos de los hoteles un 10% de ocupación. Es que a México definitivamente le ha pegado mucho la campaña malintencionada de los medios en relación con la influenza. Paradójicamente, esto nos dio la oportunidad de conocer y hacernos amigos de muchos lugareños, no solo nativos del lugar y de otras partes del país, sino de varios norteamericanos, argentinos, chilenos, españoles, italianos y alemanes, quienes atraídos por el estilo de vida “slow” y de bajo impacto, trabajan allí colaborando con mantener el entorno natural lo mas prístino y descontaminado posible.
“Todos estamos conscientes de que necesitamos el aporte de las autoridades para que no se quiebre el frágil equilibrio de la zona, pero en mi casa yo hago lo que responsablemente tengo que hacer clasificando los desperdicios, ahorrando el agua y la energía, y sobretodo enseñándoles a mis hijos como vivir de una manera sostenible”, nos dice el terapeuta Ramiro Pacheco, del spa del hotel Ocho Tulum, quien es originario de Mendoza, Argentina, pero con más de una década en estos lares.
El está casado con una holandesa (también terapeuta), con la que tiene tres hijos. Ramiro es una estrella dando masajes energéticos, como también masajes de agua, tanto en la laguna como en el mar. Vive alejado de la civilización, por lo que tiene que prender su planta eléctrica para contar con energía. Los hijos protestan un poco, no tanto por el ambiente rustico, sino porque los amiguitos y las fiestecitas están en el pueblo, pero valoran el estilo de vida que con otro tipo de sacrificios sus padres les han dado.
Y eso fue lo lindo de ir a Tulum en una temporada en la que todo el mundo tenía tiempo para sentarse y conversar: el chef de Ocho Tulum, Erick George Fischer, es un chileno sofisticado pero reilón, quien nos ofreció una degustación exquisita de platillos y adivinen de qué? de vinos mexicanos. El hotel es una referencia por sus clases de yoga y terapias holísticas, pero esto no esta reñido con su buena mesa y sus “wine tastings”, los que combinado con lecturas del Tarot, atraen un buen número de clientes, además de los huéspedes tradicionales.
Pero la cosa no termina aquí: el lugar es tan ecléctico y bohemio que la lectura de un tipo de Tarot recae en nada más y nada menos que en la dinámica gerente de reservaciones, Crystal Mitchell-Hinojosa, una norteamericana casada con un lugareño con pinta de dios maya, y con hijos que salieron preciosos. ¿Y los vinos? muy ricos, pueden recomendarse. Créanme que después de un par de copas concluyes que el Tarot Gitano de Rusia y las vinadas van de la mano.
Para concluir con el eco-resort Ocho Tulum.., se llama así porque son ocho los socios. Su manager John Patrick Fischer es el hermano mayor de chef y es también chileno. Cuenta con 18 cabañas, hechas con materiales de la zona, y usan turbinas de viento y energía solar. No cuenta con aire acondicionado (solo tres propiedades cuentan con aire acondicionado en todo Tulum), pero la construcción de las habitaciones permite un flujo excelente del aire y de verdad que no hace falta. Los detalles son hermosos, y las amenidades de la habitación de primera (cremas, acondicionador para el cabello, champú…, todo orgánico!).
Hicimos yoga cada día en la mañana y al atardecer en dos bellos espacios, el estudio de yoga y la terraza, y con dos profesoras. La primera es Andrea Gallo, una newyorkina que es la gerente del departamento de yoga y que diseña los más exquisitos retiros, como este ultimo que acaba de suceder del Día de los Muertos. La otra profesora es jovencita, del DF, y se llama Adriana. Las dos nos gustaron e hicieron trabajar bien y relajar mucho, aunque son de estilos y caracteres diferentes.
Un poco más adentro
Pasaron los días y conocimos la gente más insólita. Un “temazcalero” (especialista en Temazcal o sauna maya), digno de un cuento indígena. Una sanadora conocedora de todas las plantas nos explicó que en el mundo maya a los 52 años la mujer y el hombre son considerados sabios, y aunque no tengan nietos son abuelos en su comunidad. En el caso de la mujer, a esa edad habría cumplido ya como hija, como madre y como esposa, por lo que podía dedicarse más a ella misma.
Aprendimos muchas cosas porque el dinero escaseaba y como ya intimábamos con algunas amistades recientes, fuimos testigos de trueques. Masajes por baby sitting (cuidar de los niños); una botella de aceite de coco triple filtrado al frío para los masajes ayurvédicos, para el dosha Pita, por una de ajonjolí (también procesado naturalmente), para el dosha Vata. Y es que hoy en día la medicina tradicional india (de La India), esa cobrando muchos adeptos en todas partes del mundo, y representa una tajada cada vez más grande del mercado de 20 billones de dólares anuales que se generan por concepto del “wellness” en la industria del turismo.
En Tulum también se toman muy en cuenta la Ayurveda y otras terapias holísticas. Para quienes aun no se den cuenta de esta realidad les ofrecemos al margen el link relacionado: http://www.onecaribbean.org/content/files/CTOseminarIndianaMay07.pdf
Pero volviendo al tema, no podríamos adentrarnos en describir otro de los hoteles que nos encantaron en Tulum, la Posada Ana y José, sin comentar que desde este mágico rincón del mundo es muy fácil llegar a la reserva Sian Ka’an y todos sus tesoros: desde unas hermosas ruinas arqueológicas que se iluminan en las noches, hasta una cálida selva, donde es posible realizar tours inolvidables, como el de Muyil, donde vas flotando por un canal en una laguna circundada por manglares que es de hecho un “camino” que los mayas hicieron 1.000 años atrás con el objeto de sacar sus mercaderías.
La operadora comunitaria Community Tours Sian Ka’an cuenta con guías mayas que hablan cuatro idiomas y en el 2005 fueron galardonados por Conde Nast Traveler, e incluidos en su “green list”, así como también son apoyados financieramente por la Fundación de las Naciones Unidas, entre otras. Les debemos un trabajo entero sobre esto, el cual haremos con el máximo cariño, por ser una operadora sin fines de lucro.
Historia de Ana y José
Esta pareja logró concretar un sueño hace veintiocho años, cuando llegaron a Tulum y no habían sino dos hoteles y mucha vida salvaje. De aquella época solo subsisten las espectaculares noches estrelladas: “Hemos construido cada rincón de este lugar con amor, dedicación, creatividad, respetando y cuidando lo más posible la naturaleza y con la ayuda de nuestros hijos. Nuestra meta es hacer sentir a los huéspedes como parte de nuestra familia y brindar el máximo confort”.
¿De dónde provienen mayormente los visitantes que reciben?
-Norteamericanos, ingleses, italianos, alemanes, franceses y mexicanos.
¿Planes futuros?
-No queremos crecer, sino seguir cuidando la propiedad y brindarles a
nuestros clientes el mejor servicio posible, y a su vez, seguir
contribuyendo a la preservación de nuestra naturaleza, ayudando en lo que podemos con la biosfera de Sian Ka’an y con las comunidades de Tulum.
¿Qué dicen ustedes cuando salen a vender el hotel?
-Que contamos con todos los placeres de la vida en un solo lugar. Como sabes, son veintitrés suites exquisitamente decoradas con techos de palapa (paja), con toda la comodidad que nuestros especiales clientes se merecen, donde el amor se encuentra con la naturaleza, y donde se siente la purificación del alma en nuestro OM SPA. Aquí ayudamos a olvidar el mundo exterior y se puede navegar a otro lado mental, física y espiritualmente. Además contamos con la mejor selección de vinos, puros cubanos y platillos flameados. Una experiencia culinaria que nunca olvidaran.
Y fue así… en ambos hoteles sentimos el privilegio de oler las flores frescas y los aceites aromáticos; oír el canto de las aves y el vaivén de las olas, bajo un gran bohío (palapa) cenando a la luz de las velas, o al salir a caminar de noche esa sensación en los pies por la suave arena.., fue única, indescriptible. Solos o con amigos, siendo parte de una boda religiosa o hasta una ceremonia simbólica. Lo que sentimos en Tulum fue pura felicidad.
*Agradecimientos: A Judith Ibarra, gerente de reservaciones de Ana y José Beach Club, y a John Patrick Fischer, gerente general de Ocho Tulum Resort, Restaurante y Spa, por la gentileza de habernos hospedado en sus maravillosas propiedades.




