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México: ¿Turismo de `resort´ o de aventura?

04 de Diciembre de 2008 6:41pm
godking

EFE / El Universal

México. Los turistas que optaron por una estancia con comida en abundancia y alojamiento asegurados, y con unos horarios regidos por el toque del cornetín, tienen la libertad de cambiar en el futuro esa vivencia por un turismo de aventura pura y dura, con la mochila a la espalda, aunque con la posibilidad de saber qué piensan y cómo viven las personas de los países visitados y, eso sí, la exposición a todo tipo de riesgos, incluida la "enfermedad del viajero".

Un "resort" es definido como un complejo vacacional turístico autónomo. Los hay repartidos por todo el mundo pero donde más aceptación tienen son en América del Norte y el Caribe.

Ubicados principalmente en zonas costeras de clima templado o cálido y bajo la apariencia de un urbanismo sostenible y de un mensaje de retorno a la naturaleza para sus visitantes, los "resort" suelen ocupar extensas zonas de vegetación exuberante frente al mar, con unos sistemas de protección y aislamiento más o menos sofisticados que evitan el contacto del turista con el nativo que no forma parte del servicio del establecimiento.

BAÑO Y TRAGOS.

Durante la estancia, que suele ser de una semana como mínimo en régimen de "todo incluído", los viajeros dividen su tiempo libre entre el baño en el mar o en las piscinas interconectadas, tostarse la piel en las hamacas extendidas bajo las palmeras, echar todos los tragos que quepan en el cuerpo -la calidad del alcohol estará en relación directa con la categoría del establecimiento- en los distintos bares y "aqua-bares" de esa "mini-ciudad" que es el "resort", las clases de aerobic o de bailes tropicales y saciar el apetito hasta el hartazgo en los distintos restaurantes temáticos que suelen albergar estos complejos.

La jornada del visitante suele acabar con el disfrute de la oferta nocturna, que incluye baile en alguna de las discotecas existentes y un último trago antes de retirarse a descansar.

Los "resort" de mayor nivel suelen disponer de campos de golf, circuitos de spa y la posibilidad de hacer excursiones a lugares de interés cercanos donde el turista puede comprar algún "souvenir". Unas trenzas caribeñas o un tatuaje de henna suelen los recuerdos fugaces más característicos que se llevan los visitantes al término de su estancia en el complejo vacacional.

El éxito de los "resort" en el continente americano y en distintos puntos de Asia y África obedece a causas climáticas. Los fríos otoñales e invernales impiden en Europa, entre octubre y marzo, las actividades al aire libre de los visitantes de estos complejos, salvo en zonas subtropicales oceánicas como las españolas Islas Canarias o la portuguesa Isla de Madeira.

No obstante, el éxito de los "resort" del Caribe entre italianos y españoles es notable, al margen del posible espíritu independiente de este tipo de cliente y del rechazo casi generalizado a las moquetas empleadas habitualmente para cubrir los suelos de las habitaciones, porque algunos las consideran fuente de suciedad y de polvo y refugio de ácaros.

En los medios de comunicación de Italia y España no cesan de aparecer reclamos con ofertas muy apetecibles, en temporada baja, a los complejos del "todo incluido", si bien la mayoría de los viajeros de estos dos países no suele repetir la experiencia turística "cuartelera" o de "vigilancia de Gran Hermano". La sensación de que el turista ha conocido un trozo de playa, o un parque temático, de un país tropical pero no el país en sí también pesa en la decisión de no retornar nunca más al complejo donde, no obstante, pasó unas jornadas gozosas de descanso y de desconexión mental de los problemas.

AUTOBUSES Y PENSIONES.

Frente a la muy legítima opción de las vacaciones en el complejo fortificado del "resort" está la posibilidad de hacer turismo de aventura por libre, aunque el viajero de esta segunda posibilidad debe de barajar antes los peligros que puede entrañar esta experiencia a base de recorridos en autobuses de línea (cuando los hay), comidas de sabores extraños y estancias en pensiones de mala muerte.

El mochilero tendrá que ir además pertrechado de unas cuantas dosis de antidiarrecos en prevención de que la "enfermedad del viajero" haga presa en sus intestinos y quede como "souvenir" indeseado de la vivencia.

En la isla La Española se da la paradoja de que mientras República Dominicana tiene su principal fuente de ingresos en el turismo de los numerosos "resort" repartidos por su territorio, en el vecino Haití la cifra de visitantes es muy escasa, y eso que el primer país que logró la independencia de América cuenta con rincones únicos, como la sureña localidad costera de Jacmel, el rincón preferido por los pintores "naïf".

La imagen negativa que nos llega de Haití de violencia y pobreza es la principal causante de la falta de divisas por turismo en el castigado país del vudú.

El turismo de aventura tiene límites porque hay países a los que no está permitido entrar a cualquier viajero, o éste necesita un permiso especial. A nadie que esté en su sano juicio se le ocurrirá en estos momentos intentar viajar a Afganistán, Irak o Pakistán, por ejemplo.

En tiempos pretéritos era frecuente ver a miles de occidentales, con sus mochilas al hombro, discurriendo por las carreteras de esos países a bordo de autobuses destartalados junto a la población nativa, atraídos muchos de ellos por la facilidad y la pureza de los opiáceos que en esas zonas se ofrecían.

Los conflictos bélicos que azotan estas regiones impiden en estos momentos cualquier atisbo de aventura. Las autoridades de esos países advierten por otro lado a los visitantes de los riesgos que se corre en cualquier rincón y a cualquier hora.

Corea del Norte y Libia son dos estados totalitarios y herméticos que apenas permiten la entrada de turistas. En numerosos puntos de África y Asia es prácticamente imposible desplazarse sin el riesgo de sufrir un percance grave. Y en países de estricta observancia de las leyes islámicas -como Arabia Saudí, Yemen o Irán- las dificultades de movimientos se acrecientan cuando se trata de turistas mochileras.

En cambio, lugares tan exóticos como Vietnam y Camboya, imposibles de visitar hasta los años ochenta del pasado siglo a consecuencia de los conflictos bélicos de la zona, hoy son destinos preferidos tanto de turistas convencionales de hotel de varias estrellas como de mochileros.

El "turismo sexual" es la cara negativa de estas naciones, que nada tiene que ver con la aventura ni con el conocimiento de otras culturas.

Y en la India, donde los visitantes acudían hasta la fecha atraídos casi exclusivamente por el exotismo de sus templos y de sus gentes ahora se les ofrece también aventura, naturaleza, devoción religiosa y cuidados médicos. El gobierno de Nueva Delhi pretende así atraer tanto a turistas occidentales como a latinoamericanos, a poder ser sin mochila, que es símbolo de poder adquisitivo menor.

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