Ferrer Cabello, el decano de los pintores santiagueros
El Grupo Excelencias les acerca a la vida y obra de Antonio Salustiano Ferrer Cabello, el cual desde muy niño acompañaba a su padre Esteban a todas las exposiciones de artes plásticas que hubiese en la ciudad y así consolidaba su vocación por la pintura.
El joven santiaguero que había nacido el 8 de junio de 1913 en Santiago de Cuba con apenas 24 años ingresaba en la prestigiosa Academia de Artes Plásticas “San Alejandro”. Comienza entonces a estar más cerca de la pintura y de los grandes paradigmas de todos los tiempos: Armando Menocal, Esteban Valderrama, Leopoldo Romañach y la dicha de poder compartir el aula con René Valdés Cedeño y Servando Cabrera.
Aunque el maestro paisajista santiaguero, Rodolfo Hernández Giro, fue despertándole los colores en el lienzo, los trazos, la belleza de la bahía y las montañas desde su ciudad natal que años más tarde se convierte en fiel testigo de sus excelentes creaciones.
Regresa a la antigua casona colonial que lo vio nacer ubicada en la calle Bartolomé Masó (actualmente Santa Lucía) No. 524 para continuar desafiando el tiempo y al caballete. Años más tarde encuentra el amor de su vida y se casa con Berta Estiú. Fruto de esta relación tuvo cinco hijos; dos hembras y tres varones que decidieron seguir los pasos de su progenitor.
Ferrer Cabello formó parte del profesorado de la Academia de Artes Plásticas “José Joaquín Tejada” y a mediados de la década del 50 del pasado siglo XX ejerció como director.
“Galería” fue un proyecto que agrupaba la vanguardia artística de 1953 y dotó a la urbe santiaguera de la primera institución de ese tipo. Bajo la dirección del maestro Antonio nacía el “Grupo Galería” y para suerte de las diferentes manifestaciones de la cultura un sitio de esparcimiento, intercambio, reflexión, además, de introducir las tendencias contemporáneas como la pintura abstracta, el teatro del absurdo y la danza moderna.
De sus inquietas manos salieron paisajes, retratos y los rotos más conocidos de la trova santiaguera Pepe Sánchez, Sindo Garay, Ñico Saquito, Emiliano Blez Garbey, Salvador Adams, Pablo Armiñán Castellanos, Ángel Almenares y Miguel Matamoros; pero desde su estudio ubicado en San Pedro esquina Heredia, un lugar privilegiado, realizó pinturas que inmortalizaron momentos, sitios, costumbres, personajes, un sinfín de cosas que lo mantenían activo. Nunca perdió de vista en los paisajes urbanos la luz de Santiago de Cuba.
Dedicó parte de su vida también a la actividad política. Estuvo vinculado a las luchas contra como contra la tiranía de Fulgencio Batista y a la Juventud Comunista, luego milita en el Partido Socialista Popular, junto a Lázaro Peña y otros luchadores revolucionarios. Al triunfar la revolución participó en la Campaña de Alfabetización.
Fue jurado en numerosos eventos de las artes plásticas, y sus obras han podido ser apreciadas en más de 135 exposiciones colectivas y 25 personales, tanto dentro como fuera del país. Tuvo la oportunidad de participar en el VI Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes en Moscú, además de visitar Estados Unidos, España, Austria y Hungría.
El 16 de mayo de 2006 se despedía el decano de los pintores santiagueros de su Ciudad Héroe pero solo basta con ir a la Casa de la Trova y poder apreciar algunos de sus retratos o llegar hasta la sede de la UNEAC para admirar los óleos de José Soler Puig y Nicolás Guillén.
Entre las muchas condecoraciones que recibió se encuentran la Distinción por la Cultura Nacional, las medallas Raúl Gómez García, Lucha Clandestina y Rafael María de Mendive, además de la Réplica del Machete de Máximo Gómez y la Placa José María Heredia.




