El turismo entre las mayores preocupaciones de los barceloneses

09 de Septiembre de 2014 3:41am
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Barcelona se rebela contra los excesos del turismo. Ruido, fiestas nocturnas, jóvenes borrachos  e incluso desnudos por la calle han colmado la paciencia de los vecinos de la  Barceloneta, el barrio marítimo de esa ciudad, que se ha manifestado contra la  masificación turística de la zona.

Desde jóvenes parejas con hijos hasta nonagenarios se movilizan desde mediados de agosto en protestas que suman a cientos de personas por este barrio típicamente mediterráneo con elocuentes pancartas: "La Barceloneta se rebela",  "Aquí no hay quien viva" o "No nos moverán".

El malestar se respira desde hace años pero las fotografías recogidas por  varios periódicos de unos jóvenes comprando completamente desnudos en un  supermercado hicieron estallar al barrio.

"Es nuestro pan de cada día. Por la noche, esto se llena de fiestas  ilegales, borracheras, gente gritando por la calle. Es deplorable e  inaguantable", lamenta Manel Serrano, de 59 años, manifestándose con su madre  en silla de ruedas.

Antiguo barrio pesquero de la ciudad, la Barceloneta se benefició de la  espectacular remodelación urbana previa a los Juegos Olímpicos de 1992, cuando  se adecentó la playa convirtiéndola en uno de los lugares con mayor atractivo de la ciudad.

Pero la fisonomía tradicional de la zona se conserva con una población  humilde y muy arraigada a este barrio de casas pequeñas, calles estrechas con ropa colgando de los balcones y rodeado de mar.

"Es muy complicado convivir con esto. Tengo tres hijos y yo no quiero que  vean este tipo de cosas. Cada vez es peor", asegura malhumorada Eva Corbacho,  una ama de casa de 39 años.

Su ira se dirige especialmente contra los apartamentos de alquiler  turístico que han proliferado en el barrio, muchos ilegalmente, y han encarecido los precios de los inmuebles.

"Están especulando con los pisos, los alquileres suben y nosotros, vecinos  de toda la vida, ya no nos lo podemos permitir", lamenta Pilar Lozano, una  desempleada de 42 años.

El ayuntamiento, muy criticado por los vecinos, ha respondido aumentando la  vigilancia policial e intensificando los registros de supuestos apartamentos  ilegales.  Además, desde mayo no conceden más licencias de pisos turísticos en el  centro urbano.

"Hasta ahora se había hecho trabajo de promoción turística pero faltaba la  regulación de esta actividad y nos hemos puesto con ello", explicó Sonia  Recasens, encargada de Economía en el consistorio.

Un parque temático

Pero el problema no se limita a la Barceloneta. El casco antiguo o los  alrededores de la Sagrada Familia y el Parc Güell, las dos obras cumbres del  arquitecto modernista Antoni Gaudí, hace tiempo que padecen una masificación  del turismo.

Según un sondeo municipal en julio, el turismo es la cuarta mayor  preocupación de los barceloneses por detrás del desempleo, la economía y la inseguridad.

Conocida por su arquitectura, su oferta cultural, su clima benigno y sus  playas, esta ciudad de 1,6 millones de habitantes ha pasado de recibir 1,7  millones de turistas en 1990 a 7,5 millones en 2013, contando sólo los alojados  en hoteles.

Incluyendo otros tipos de estancia y visitantes que no duermen en  Barcelona, la cifra sube hasta los 27 millones, según el ayuntamiento.  

"Este modelo turístico basado en el crecimiento ilimitado no es sostenible  porque altera gravemente la convivencia vecinal y la vida de los barrios  transformando la ciudad en un parque temático", critica Lluís Rabell,  presidente de la asociación de vecinos de Barcelona.

Las zonas más afectadas son el barrio gótico y el Raval, alrededor de las  Ramblas, donde el miércoles se celebraron protestas similares a las de la  Barceloneta.

"El problema no es la cantidad sino la concentración en unos mismos  espacios", dice Saida Palou, doctora en antropología con una tesis analizando  el turismo en Barcelona.

"Hay que estudiar la carga turística que pueden soportar estas zonas y  buscar la descentralización del turismo para que visite otras áreas", sugiere  Oriol Miralbell, profesor de turismo de la Universitat Oberta de Catalunya,  advirtiendo que este malestar acabará disminuyendo el atractivo de la ciudad.

"Se necesitan respuestas rápidas y urgentes. Barcelona no puede prescindir  del turismo porque de él depende entre un 10 y un 12% de su PIB. Nos da mucha  vida y riqueza cultural pero si el precio a pagar es este malestar social, algo  se está haciendo mal", sentencia Palou. (Tomado de AFP)

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