Brasil: Gramado, una tierra especial y exquisita

Brasil. Las casas de madera y tejado a dos aguas, todas con un cuidado jardín y perfectamente alineadas, parecen sacadas de un pueblo en los Alpes. Pero no estamos en Suiza. Los restaurantes italianos, muchos y buenos, se encuentran estos días a rebosar. Pero no estamos en Italia. La ciudad de Gramado, en el próspero estado de Rio Grande do Sul, se precia de su legado europeo y lo hace conservando las tradiciones que trajeron consigo, a finales del siglo XIX, los inmigrantes alemanes, suizos e italianos que la fundaron.
Junto a otros 12 municipios, Gramado forma la conocida como Ruta Romántica, un circuito que promueve la herencia europea de estas poblaciones. Aquí nada responde al estereotipo de samba, cuerpos esculturales al sol y playa: el paisaje está dominado por verdes montañas y exuberantes valles cubiertos de bosques de araucarias; los habitantes del estado tienen a gala llamarse gaúchos, pues muchos de ellos son herederos de los tropeiros (vaqueros), de espíritu independiente, que en su día conducían grandes rebaños por la región.
En lugar de caipirinha, aquí lo que se bebe a todas horas es la yerva mate; cualquier ocasión es propicia para deleitar a los foráneos con danzas tradicionales alemanas; y los pueblos, pequeños o grandes, están construidos al estilo bávaro, con casas bajas de madera y piedra, calles limpias y preciosos parques, una mezcla única de cultura gaúcha y europea.
Arquitectura alpina, exuberancia brasileña
En Gramado y Canela, como decíamos, cualquiera podría pensar que se encuentra en un pueblo alpino de Suiza o Alemania, si no fuera por pequeños detalles: en primavera las colinas se cubren de flores, entre las que destacan las hortensias; y no despuntan las cumbres nevadas de los Alpes, sino un valle de distintas tonalidades de verde, digno del Brasil más fértil.
Gramado es el destino predilecto de gaúchos, argentinos, uruguayos y paulistas. Pese a haber sido fundada hace apenas 50 años y contar sólo con 33.000 habitantes, las impolutas calles (han soterrado el tendido eléctrico de las principales vías, como la Borges de Medeiros, para mejorar la estética de la ciudad) están repletas de boutiques, zapaterías, restaurantes, coquetos chalets convertidos en hoteles...
Transcurridas las Navidades, la ciudad sigue volcada en el turismo, con un número nada desdeñable de museos y atracciones dadas sus dimensiones: El Lago Negro, a 1,5 kilómetros del centro, que aunque artificial, es un paraje con encanto para pasar unas horas en familia. El Museo Tradicionalista, con numerosas piezas gaúchas. El zoo, de reciente inauguración, muestra las especies más representativas de Brasil.
Muy curiosos son el Museo del Vapor y el Mini Mundo, un recinto al aire libre que alberga miniaturas de ciudades. Y los más golosos pueden visitar las fábricas de chocolate, como la de Prawer o Planalto, donde observarán el proceso de elaboración de distintos productos, comprarlos y degustarlos sin moverse del lugar. Gramado es eso, una tierra especial y exquisita, digna de ser recorrida y saboreada. (Fuente: Prefectura de Gramado)




