Líder Sucre, director del BioMuseo de Panamá

02 de Diciembre de 2009 8:16pm
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Llamado a estar entre las grandes atracciones de nivel mundial en Latinoamérica por su diseño, a cargo de uno de los más famosos arquitectos de las últimas décadas, Frank Gehry, y por la innovadora y dinámica concepción de sus modernas galerías, el BioMuseo narrará la historia natural del Istmo de Panamá y su impacto en la evolución del planeta. La instalación tiene apertura prevista para el 2011, pero desde ya es un gancho turístico para este país.

¿Cómo surge la idea del BioMuseo?

-Esta idea nació en medio de aquel clima muy particular, del momento en que el Canal volvía a manos de Panamá en 1999, al igual que las tierras aledañas, y nacía la oportunidad de hacer algo en aquella ubicación tan privilegiada, que le aportara al país y a la vez celebrara su historia natural.

Estábamos analizando varias ideas, y apareció la propuesta del arquitecto estadounidense Frank Gehry de apoyarnos para un proyecto nacional. Gehry, famoso por su éxito con obras como el Museo Guggenheim de Bilbao, abierto en 1997, está casado con una panameña que también es su socia, y llevaba décadas viajando a Panamá, conociendo muy de cerca sus lugares y a científicos, gente del gobierno, artistas.

Surgieron varias iniciativas, pero al final cuajó el concepto de crear algo espectacular, donde Panamá diera a conocer su historia natural al mundo y de cómo esa historia natural impactó a todo el planeta, que es algo muy poco conocido a nivel internacional, e incluso por los nacionales.

Frank puso como condición sine qua non para su aporte precisamente eso, que el Museo reflejara esa historia de forma sensacional, más espectacular que la arquitectura de cualquier edificio que fuera a contener esa historia, y debo destacar que realmente llama la atención el hecho de que es un edificio espectacular.

Esa era su idea: que la forma de contar esa historia fuera estimulante, que sacara el ciento por ciento en cuanto a potencial para conmover, entretener, inspirar al visitante, mucho más allá de lo que podría hacerlo la arquitectura del edificio.

Y no fue hasta que la concepción de las galerías y exhibiciones estuvo lista, que Frank accedió a terminar el diseño del edificio. Y lo diseñó en función de esta historia contada en esa forma y a través de esas galerías.

Es algo destacable y diferente en cuanto a otras obras de este tipo: el diseño del edificio viene como consecuencia de las exhibiciones y de la concepción de éstas, y no antes de ellas.

Es difícil imaginar un lugar tan privilegiado como éste, a la entrada del Canal de Panamá, junto a la Ciudad de Panamá, frente al Pacífico, a la vista de áreas protegidas como el Cerro Ancón y el Parque Metropolitano, bosques, islas que tienen arrecifes de coral. Todo esto lo hace ser un lugar excepcional para montar un museo que hable de lo natural como parte de la identidad del panameño.

¿Cómo se organizan las salas y exhibiciones en el Museo?

-Quiero adelantar, primero, que vamos a abrir visitas, vamos a permitirle al público que venga y conozca las obras de construcción del Museo, e incluiremos visitas guiadas y charlas acerca de cómo son las galerías.

Las galerías están centradas en dos ejes: el primero es la historia del surgimiento del Istmo de Panamá como pedazo de tierra que termina de unir las Américas y dividir los océanos, en un proceso que es el punto culminante de casi 50 millones de años de evolución geológica, que terminan con este desenlace dramático que es el surgimiento del Istmo, la conformación de las Américas como un tabique que separa los océanos de polo a polo, y el surgimiento de una fuerza poderosa que es la Corriente del Golfo, que pasa cerca de Cuba y sigue hacia el Norte, hacia Europa.

Así que también se incluye el reordenamiento climático de todo el planeta y la disposición final de todas las corrientes marinas del globo terráqueo y de los ecosistemas terrestres. Ese evento geológico desata cambios climatológicos que a su vez generan un cambio dramático en la diversidad biológica del planeta. Y ese es el punto de partida para una exploración biológica, otro eje del Museo: la diversidad biológica terrestre, la biodiversidad marina, los diferentes ecosistemas.

Básicamente, esos son los dos ejes: la historia geológica reciente de la Tierra, vista desde ese prisma de Panamá, y su influencia en la evolución de la vida terrestre, incluida la vida humana, y la diversidad biológica resultante, de la que es ejemplo nuestro país, que refleja la biodiversidad tan rica de las Américas.

No son galerías tradicionales de museo, donde se tiene una colección. Es más un espacio diseñado para que cada galería sea dramáticamente diferente a la anterior, como fue precisamente ese proceso de cambio natural, de modo que el visitante esté constantemente sorprendiéndose.

¿Cuáles son las particularidades de cada galería?

-Son ocho galerías. La primera es de la biodiversidad, que ofrece una introducción científica al tema.

La segunda es el Panamarama, un teatro envolvente, con pantallas alrededor tuyo, incluso en el suelo. Es una jornada a través de los ecosistemas de Panamá, a través de los arrecifes de coral, de la selva. Sin narración, muy importante: todo es sonidos y visual. Es mucho más visceral. Luego de explicarte la biodiversidad de forma conceptual en la primera galería, ésta es una forma de mostrártela más sensorial, vívida.

La tercera galería es El puente surge, y habla sobre el surgimiento del Istmo de Panamá, las fuerzas geológicas involucradas, las placas tectónicas, el vulcanismo y las consecuencias de que finalmente se unan los dos continentes y se separen los océanos de manera definitiva; las corrientes marinas, el cambio climatológico, la evolución de la humanidad.

La cuarta galería, El gran intercambio habla del intercambio biótico que se da por primera vez cuando las Américas se juntan luego de 50 millones de años sin contacto. La flora y la fauna de ambos continentes eran distintas y súbitamente entran en contacto a través de Panamá. Es un conjunto de esculturas que representan (poéticamente) una especie de estampida cruzada. Son 97 especies diferentes de animales. La gente tiene que abrirse paso entre esas esculturas para llegar al otro lado.

La quinta galería se titula La huella humana y habla de la llegada del hombre a las Américas, de cómo se adapta a los ecosistemas. Se ilustra un poco de la historia de grupos humanos que utilizan desde el principio el Istmo de Panamá como atajo y punto de conexión.

La sexta galería Océanos Divididos, son dos acuarios, que hablan de la diversidad biológica marina, cómo funcionan ambos océanos (Atlántico y Pacífico), y por qué son tan grandes las diferencias entre el Caribe y el Pacífico tropical en las Américas.

La Séptima galería habla de la selva tropical lluviosa, su extraordinaria diversidad biológica y el por qué de esa biodiversidad. Se llama La red viviente y narra todo esto a través de historias de la selva, anécdotas de cómo los diferentes seres se asocian y compiten y cómo se produce esta simbiosis tan dramática que es la que en gran medida lleva a la explosión de especies y ecosistemas en esta región, la cual es tan exponencialmente mayor aquí que en la zona templada. Esta galería tiene la ventaja de que Panamá es un país cuya biología ha sido extensamente estudiada, hay mucho conocimiento científico y muchísimas historias de la selva que contar: en esta galería están las historias más sublimes, las más chocantes, las más intrigantes sobre los seres de la selva, contadas para ilustrar lo fascinante y lo valioso de la selva tropical, no como fuente de medicinas, de madera, de beneficios económicos, sino como una fuente de interminable fascinación. Queremos que la gente salga fascinada de la selva, enamorada de la biodiversidad.

La octava galería se llama Panamá es el Museo y allí el visitante se conecta con el resto del país. Hay una base datos y también recursos interactivos como hologramas y proyecciones, que constantemente responden a las búsquedas del visitante en las bases de datos a través de múltiples estaciones configuradas de diferente manera: si quiere ir a visitar la selva, a un lugar boscoso; si quiere ir a un arrecife coralino; si quiere ir al Darién; si quiere observar aves; si quiere pasarse un domingo en un sendero... Toda esa información está disponible. El punto de partida para explorar toda esa información sobre el país es el Museo, pero luego puede continuarse la exploración por Internet, a través de una dirección específica, en el mismo punto en que se dejó durante la visita al BioMuseo, para seguir aprendiendo de cuántas cosas hay y cuántas pueden hacerse en Panamá.

Es como una galería virtual…

-Exactamente, una galería virtual que comienzas a experimentar en el Museo y que puede continuar o retomar luego, en Internet.

Además, hay un parque botánico alrededor, diseñado con especies nativas de Panamá, es muy educativo y muestra conceptos ya presentados en el Museo, como plantas que cruzaron de norte a Sudamérica y hoy están en Panamá; plantas que los primeros indígenas usaron para alimentarse y que hoy ya no se cultivan casi; plantas que están siendo polinizadas.

Todo eso y otros fenómenos pueden apreciarse allí, en ese parque, que además tiene entrada gratuita y contribuye a la experiencia estimulante y educativa del BioMuseo.

El BioMuseo no está diseñado como un museo de colecciones, convencional, sino como un museo para la experiencia del visitante. Todo está diseñado alrededor de la historia que queremos contar y en función de la experiencia del visitante, de la forma en que percibe esa historia científica. Es mucho más interactivo que un museo tradicional.

Si nuestra colección es la historia natural de Panamá, entonces la colección está afuera, el museo no puede custodiarla; está en los parques, en las selvas, en los arrecifes de coral. La única manera en que el museo cumple su rol de custodia es concienciando a los visitantes para que una vez afuera aprecien esa colección y la cuiden entre todos, como sociedad, mejor de lo que lo hemos estado haciendo hasta ahora.

¿Qué cantidad de visitantes esperan por día?

-En 2003 se estimó que íbamos a recibir más de medio millón de visitantes al año. Ahora las estimaciones indican que la cifra va a estar en el orden de los 600.000 a 700.000, muy cerca de la capacidad del Museo. Probablemente, eso nos lleve a abrir en jornadas más largas, más horas de noche para poder acomodar la demanda. Por ejemplo, el Centro Visitantes de Miraflores, en el Canal, recibió 618.000 visitantes en 2008. Es posible que el perfil de quienes visitan las esclusas del Canal sea el mismo de quienes se interesen por el BioMuseo. Pensamos que el BioMuseo va a atraer a un número significativo de turistas adicionales que van a optar por visitar Panamá cuando el Museo se añada al resto de la gran oferta turística que tiene el país, como otro complemento.

¿Qué vínculos tienen con la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP)? ¿Han recibido apoyo de esa entidad?

-Desde un principio las autoridades de Turismo han sido un aliado importante. La Junta Directiva del Museo incluye a la ATP. Tanto en la pasada administración de Rubén Blades, como en la actual, con Salo Shamah al frente, hemos tenido mucho apoyo de la ATP. Creo que la ATP se ha apropiado del proyecto, en el mejor sentido de la palabra. Ha comprendido que uno de los grandes valores del proyecto es su rol de potenciador de la experiencia del visitante.

El que venga a Panamá y recorra el Museo al inicio de su visita, seguramente luego va a apreciar mucho más lo que hay en el resto del país, disfrutará más su estancia en el país porque su experiencia va a estar mejor interpretada, porque en el mismo comienzo va a tener una explicación del origen del país que visita.

A la vez, el BioMuseo redondea la oferta cultural del país, contribuye a enriquecer el balance del viaje del turista.

Junto con la ATP estamos montando una serie de vallas, unas 40 alrededor de la construcción (el edifico aún está en construcción, pero ya es una atracción turística que gana cada día a muchos visitantes). Esas vallas interpretativas hablan al turista de lo que está viendo, de la construcción, de cómo se verá el edificio desde la propia posición en que está el visitante, del tema de una galería específica, del contenido y el conocimiento que habrá dentro. Obviamente, no será como recorrer el BioMuseo, es más bien un teaser; la idea es que la mera visita a la construcción sea ya estimulante y entretenida, como lo será visitar el BioMuseo en el futuro cercano.

¿Han fijado ya los precios?

-Todavía no hemos establecido una estructura de precios, porque responderán a estudios cuyas cifras saldrán un poco más adelante. Pero el tipo de estructura que se espera es una similar a la que está vigente en Miraflores. Para que se lleven una idea, aunque aclaro que no es definitivo, el turista extranjero podría estar pagando 12 dólares; el panameño podría estar pagando entre 6 y 7 dólares; los niños, 3 dólares los panameños y 6 los turistas. Los estudiantes de escuelas públicas –que son un segmento fundamental en la misión del BioMuseo, pues se espera que el 10% de los estudiantes de escuelas públicas del país vengan a la institución como parte de su programa-, van a entrar gratis. En este caso se incluye la atención, alimentación e incluso la preparación de los maestros.

Básicamente, lo que se recauda de los demás visitantes subsidia las visitas de estudiantes de escuelas públicas.

¿Pudiera decirse que el BioMuseo tendrá entre sus funciones la promoción implícita de otros destinos de Panamá?

-Yo diría que sí, y agregaría incluso que la promoción va más allá de Panamá y alcanza a toda Latinoamérica como destino natural. Porque Panamá se está mostrando no sólo como Panamá sino como estudio de caso, representativo, de la excepcional diversidad biológica del neo-trópico. Es decir, Panamá es un puente, tiene un pie en el Caribe, un pie en el Pacífico, uno en Centroamérica, uno en Sudamérica. Es un país pequeño, pero muy representativo de ecosistemas ampliamente distribuidos en la región y de su biodiversidad.

El BioMuseo tiene otra característica singular: como es una obra arquitectónica de primer nivel, va a atraer a muchos turistas que van a venir más atraídos por la arquitectura y el diseño, que no vienen por la biodiversidad, el ecoturismo o la historia natural. Si parte de tu meta es cambiarle la perspectiva a gente que no le da mucha importancia a la herencia natural del planeta, tienes que comenzar por atraer a esos a quienes no importa. Por eso, ¿qué mejor que instalar el BioMuseo en un edificio espectacular, artísticamente fabuloso, para atraer también a ese segmento de público y lograr que salga del BioMuseo transformado?

Así que luego, ya sea en Panamá, Venezuela, Cuba o Brasil, ese turista va a tener otra visión porque le abriste el apetito por un turismo ecológico que quizá no hubiera hecho de otra forma. Ese pudiera ser el impacto regional del BioMuseo. Y hablando de turismo regional, cabe destacar que además está situado en un país céntrico que sirve de eje para muchos destinos, con el hub en que se convertido el aeropuerto de Tocumen.

Sinceramente, pienso que muchos de los turistas que salgan del BioMuseo, y que antes no hubieran considerado un destino natural como parte de sus vacaciones sino que se hubieran quedado en un destino de playa y cuando más hubieran ido a un zoológico o algo así, van a sentirse más impulsados a ir a un destino más natural y van a quedar con esa curiosidad de seguir explorando esa biodiversidad excepcional de Latinoamérica, que supera a cualquier otra región del planeta.

¿Esperan que el BioMuseo alcance la relevancia que tiene el Canal de Panamá como parte de la experiencia de todo turista que viene al país?

-Creo que con el tiempo va a ser así. Primeramente, tenemos una posición privilegiada. Estamos muy céntricos, muy cerca del Canal. Además, el BioMuseo tiene un diseño tan icónico, está tan destinado a ser un icono como lo puede ser la Torre Eiffel, que seguramente mucha gente vendrá a Panamá para ver el BioMuseo como prioridad. Modesta y humildemente, aspiramos a llegar a un nivel de visitas muy parecido al del Canal.

Otra cosa muy importante: además de atractivo turístico y de vitrina de la historia natural del Istmo de Panamá, y aprovechando la céntrica posición del país, el BioMuseo se presenta humildemente como plaza de encuentro y de diálogo para los temas ambientales de la región, como un espacio para fomentar y avanzar la agenda ambiental de la región.

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