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¿Estrés de Navidad?

30 de Noviembre de 2007 4:24pm
godking

Por: Marta Martín

Ya hace tiempo que se marchó el verano y con él, las anheladas y más o menos disfrutadas vacaciones. Nuestro cuerpo y mente andan desde hace meses disparados hacia la lucha por un futuro que nunca llega, y a estas alturas del invierno, envueltos en abrigos y conflictos laborales, la Navidad se nos presenta como un oasis en el que deberíamos renovar las energías para seguir, seguir, pero, ¿realmente lo conseguiremos?

Para muchas personas, las Navidades se convierten en un evento estresante, del que emergen maltrechas, desilusionadas y agotadas. Según estadísticas de EEUU, las fiestas coinciden con el aumento del número de infartos de miocardio y lamentablemente, con elevaciones de la mortalidad, incluyendo la debida a los accidentes. Se plantea que en estas fechas se incrementa el número de suicidios y las muertes de residentes en asilos para ancianos, y de enfermos con complicaciones de SIDA.

¿Por qué un acontecimiento que debería ser un remanso de paz, prosperidad y felicidad puede llegar a convertirse en una desgracia? ¿Qué es el estrés?

Desde que Hans Selye introdujo en el ámbito de la salud el término "stress", éste se ha convertido en uno de los más utilizados por los diferentes científicos, y también en el lenguaje coloquial en la vida cotidiana. La confusión y ambigüedad existente sobre la palabra estrés fue adecuadamente presentada por H. Selye en su libro "Stress without distress" (1974): "La palabra estrés, al igual que "éxito", "fracaso" o "felicidad", significan diferentes cosas para diferente gente, de tal manera que su definición es muy difícil. El hombre de negocios, quien se encuentra bajo gran presión por parte de sus clientes y empleados, el controlador de tráfico aéreo, quien sabe que un momento de distracción puede costar la muerte de centenares de personas, el atleta que quiere ganar una competencia, y el esposo que desesperanzadamente ve a su esposa morir lenta y dolorosamente de cáncer, todos ellos sufren de estrés".

Selye utilizó el término "distrés" (de ahí el nombre de su libro) para referirse al tipo de estrés negativo y perjudicial, pero el estrés también puede ser positivo, algo que nos conduce a crecer como personas y a ser más fuerte ante las adversidades, como han señalado importantes estudiosos del tema. La vida sin estrés puede resultar muy aburrida e incluso hay personas que buscan el estrés de manera activa, participando en deportes de riesgo o involucrándose en aventuras. Diversas investigaciones demuestran que este estrés positivo, al que se le ha llamado "Eutrés" tiene efectos beneficiosos en la salud física y mental.

Así, la próxima Navidad podría convertirse en la fuente de nuestras desgracias o bendiciones. Lo que ocurra será responsabilidad fundamentalmente nuestra. La Navidad es el espacio y el momento para que, parafraseando al león de la novela de Michael Ende, podamos hacer lo que nos dicte nuestra verdadera voluntad. Y saber lo que realmente queremos es muy difícil, más no imposible.

Nuestras verdaderas motivaciones se esconden muchas veces detrás de lo que creemos que deberíamos desear. Creamos altas expectativas acerca de "ser feliz" o "estar celebrando", y se nos olvida que la fiesta más que una meta, es un camino (uno de tantos) para ofrecer y disfrutar el amor de nuestros seres queridos. Una de las Navidades más divertidas y hermosas que recuerdo, la pasé gracias a que mis padres decidieron que ese día era sólo para nosotros. No dedicaron largas horas a las compras y a la cocina complicada; entre todos hicimos unas pastas, que era nuestro plato preferido, pusimos los colchones en el piso de la sala y nos acostamos juntos, bien arropaditos bajo las mantas, a conversar y ver fotos antiguas.

Los anuncios de la televisión y la representación de la Navidad "perfecta" crean un ideal difícil de alcanzar por la mayoría. Para contrarrestar estas demandas, lo mejor es una planeación realista. Esta Navidad no tiene por qué ser la "mejor" temporada de nuestras vidas, ni siquiera tiene que ser muy divertida. No olvidemos que los viejos patrones tienden a repetirse. Si las personas que queremos nos molestaron en el pasado, pueden volver a hacerlo, a menos que toleremos concientemente estas situaciones sin tratar de cambiarlos, porque en ese momento lo importante es que por suerte, aún están con nosotros.

En última instancia, lo primero y más importante que debemos hacer para evitar el estrés negativo, incluyendo el de las Navidades, es TOMAR EL CONTROL. No todo lo que deseamos lograr depende de nuestro esfuerzo, pero hay ciertas cosas que en gran parte dependen de nosotros mismos y en particular, de una cualidad que conocemos como Autocontrol.

Autocontrol significa tener el control de lo que se hace y, en cierta medida, de lo que se piensa y se siente. Decimos en cierta medida, porque a veces no es posible evitar que algunas ideas o sentimientos nos invadan, pero sí es posible evitar que ellos nos dominen.

Autocontrol es privarse de hacer cosas que se desean porque se sabe que no deben hacerse, como por ejemplo excederse en el consumo de alcohol, o hacer cosas que no se desea porque se sabe que deben hacerse, por ejemplo, pasar estas fiestas junto a nuestros suegros, en vez de junto a nuestros amigos.

El autocontrol es una cualidad que se desarrolla con la práctica. Los adultos en general somos capaces de conseguir el autocontrol, que no es más que la capacidad para posponer la satisfacción inmediata de una necesidad secundaria con el fin de lograr la satisfacción de otras aspiraciones más valiosas. Por tanto, un requisito básico para lograr un buen autocontrol es tener claro cuáles son las cosas que realmente nos importan.

Por tanto, que estas Navidades sean un paso más en el camino hacia nuestros propósitos, metas y sueños. Un paso más, no el definitivo ni el más exitoso, sólo un paso más, y como diría un eminente colega cubano, habrá valido la pena.

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