Aruba puede responder al boicot del gobernador de Alabama por el caso Holloway con un largo historial de seguridad turística

05 de Diciembre de 2005 12:00am
godking

Aruba. La trágica y aun misteriosa desaparición en este país el pasado 30 de mayo de Natalee Holloway, una estudiante de 18 años de Alabama, Estados Unidos, ha sido esgrimida como punta de lanza por algunos sectores de ese estado sureño para intentar boicotear la principal industria de la pequeña nación caribeña: el turismo.

El desespero de una madre ante un hecho de esa naturaleza es comprensible, pero ello no justifica los intentos de Beth Twitty, la progenitora de Holloway, de culpar a toda una nación que siempre ha sido hospitalaria con los visitantes de cualquier parte del mundo, especialmente de Estados Unidos, el país que es por demás su principal mercado emisor.

La señora Twitty compareció hace algunos meses en el programa “Dr. Phil”, uno de los espacios de mayor audiencia en el horario de la tarde en Estados Unidos, para hacer un llamamiento a boicotear el turismo de Aruba, instando a sus compatriotas a no visitar la “Isla Feliz”. Para la señora Twitty, las autoridades de Aruba no han hecho todo lo posible por encontrar a su hija o por capturar a los culpables de la suerte que la joven ha corrido.

Hace solo unas semanas se sumó a la irracionalidad el propio gobernador del estado de Alabama, Bob Riley, quien también instó a los norteamericanos a abstenerse de visitar Aruba para así castigar a la isla. Junto al Gobernador Riley se encontraba nuevamente la madre de la Holloway.

Este segundo intento motivó a la administración del Primer Ministro de Aruba, Nelson Oduber, a tomar cartas en el asunto. Las autoridades de la isla recurrieron entonces al Departamento de Estado norteamericano y al gobierno de Holanda, su antigua metrópolis, para que ayudaran a evitar el boicot.

Es doloroso observar que un alta autoridad estadual, supuestamente llamada a poner mucho más cuidado a la hora de referirse a un menester que no corresponde a su nivel, como es el caso de las relaciones internacionales, intente exacerbar los ánimos de sus electores en lugar de llamar a la cautela, la calma y el raciocinio.

Afortunadamente, el sentido común aun existe en una nación tan vasta en extensión geográfica como rica en valores, en donde la familia es la base sagrada e indivisible de la sociedad.

Por fortuna para Aruba y para todo el Caribe, una región que aúna esfuerzos en aras de la integración en todos los órdenes, incluyendo el turismo, ningún medio de la gran prensa estadounidense se ha hecho eco de las malsanas intenciones de algunos sectores ultra conservadores, que parecen estar aun detenidos en los tiempos de las plantaciones, los barracones de esclavos y la bandera de la Confederación.

No estamos con esto haciendo un llamado a la insensibilidad, sino todo lo contrario. Todos deseamos que se esclarezcan los hechos, que los padres de Natalee Holloway reciban una respuesta adecuada y que se capture a los culpables.

Pero para ello es necesario tener calma y asumir una posición como la del propio padre de la joven desaparecida, Dave Holloway, quien en meses recientes viajó a Aruba para apoyar a su pueblo y a sus autoridades, tomando distancia de la actitud de la señora Twitty y del Gobernador Riley, y renovando su confianza en las autoridades de la pequeña nación.

Lo que resulta totalmente intolerable, y por ello lo rechazamos enérgicamente, son las actitudes xenófobas y malintencionadas contra una pequeña nación que lo único que hace es esmerarse cada vez más por brindar al turista de cualquier parte un trato amable y un mejor servicio.

Miles de norteamericanos viajan todos los años a Aruba, considerada uno de los destinos caribeños más seguros, con una de las tasas de criminalidad más bajas de todo el hemisferio occidental, y en sus opiniones se constata todo lo anterior. Por eso prefieren a Aruba y por eso la seguirán prefiriendo.

Pero hay más. El avance turístico de Aruba, su compromiso a seguir siendo un destino seguro, su apuesta por el desarrollo sostenible, su respeto por el medio ambiente y todas las demás virtudes que la distinguen y avalan su prestigio internacional, evitarán a la larga que el odio prevalezca por encima de la razón.

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