Turismo, redes sociales y nuevos juegos de seducción

05 de Septiembre de 2017 3:27pm
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Turismo, redes sociales y nuevos juegos de seducción

“Teniendo entre 100 y 250 likes tuyos en Facebook se puede predecir tu orientación sexual,  origen étnico, opiniones políticas y religiosas, y tu nivel de inteligencia o felicidad (…) Con 150 likes, los algoritmos pueden predecir el resultado de tu test de personalidad mejor que tu pareja. Y con 250 likes, mejor que tú mismo”, aseguró en una reciente entrevista a medios especializados el doctor Martin Hilbert, experto en redes digitales y Big Data.

Leyendo sus interesantes reflexiones sobre el tema, se comprende mejor por qué esa red social, y muchas otras que parecen haber llegado para quedarse, valen hoy billones de dólares y contribuyen a la capitalización creciente de las empresas que las desarrollaron: atesoran información muy completa sobre cada uno de nosotros; sobre miles de millones de personas en todo el mundo, enlazadas gracias a esa gran telaraña de conexiones y contenidos multiplicados que es Internet.

Facebook y compañía brindan datos sumamente valiosos sobre los consumidores que somos, o los clientes que podríamos ser en el futuro; sobre los colores y sabores que nos gustan, y también los lugares que hemos visitado o nos encantaría conocer. Datos de los que precisan otros consumidores y clientes, que buscan la comparación para impulsar su propia decisión de elegir.

A partir de haber descubierto un nicho sólido y prometedor en el que “colarse”: la necesidad de comunicarnos que tenemos los humanos, en el ámbito de una vida moderna que nos deja poco tiempo para los encuentros y el intercambio cara a cara; las redes sociales también nos aportan la posibilidad de indagar, comparar, comentar, y compartir en un entorno virtual sin límites.

Quizás por eso seguimos “regalando” nuestros datos a quienes las crearon, a pesar de las advertencias que nos siguen haciendo al respecto los estudiosos. Preferimos la sensación de sentirnos “empoderados”, con nuevas capacidades para valorar y decidir, y hemos hecho una especie de pacto de intercambio.

En ese escenario global, relativamente nuevo, se le puso bien difícil la tarea a quienes precisan de seducirnos y convencernos: cientos de empresas, especialistas de marketing, o destinos turísticos, que aprendieron que ya no basta con los adjetivos engordados, los colores llamativos, o los preparados mensajes subliminales en sus campañas. Se les ha hecho imprescindible el incluirse también en las redes, escuchar el “ruido” que estas generan, y tratar de seguirlo y aprovecharlo en beneficio de sus negocios.

A partir de su impronta netamente competitiva, el turismo fue pionero en este emprendimiento. Tiene la misión de cumplir sueños, regalar sensaciones diferentes, y eso siempre resulta complicado frente a un viajero que ahora se caracteriza por manejar la información a su antojo, tener muchas ilusiones y exigencias con respecto a sus vacaciones, intercambiar apreciaciones con total libertad y ser absolutamente infiel si el concepto que se le ofrece no cumple con sus expectativas.

No por gusto, destinos turísticos que históricamente han lucido liderazgos que parecen imbatibles, e igualmente compañías del ramo con sucursales y oficinas hasta en los sitios más insospechados del planeta, decidieron en los últimos tiempos sentar a sus especialistas en comunicación, publicidad y marketing junto a los comunity managers y gestores de redes sociales.

Y ahora ¿qué hacemos?

No lo dude, debe haber sido la pregunta recurrente de cada una de las personas que, desde las nociones de la comunicación y el marketing, tuvieron que enfrentar la encomienda de ganar las redes, a partir de perfiles que poco a poco devinieron en institucionales. Con el tiempo, y la ayuda de los expertos que se fueron formando con más preparación para el tema, se trazaron las nociones básicas que hoy se recogen en miles folletos y catálogos.

Quedó claro en primer lugar que Facebook, Twitter, Youtube o Instagram, cada una desde sus recursos propios, aportan herramientas ideales para facilitar la interacción con clientes reales y potenciales de cualquier empresa o proyecto, y para fidelizar a esos usuarios en relación con marcas, productos y/o servicios.

Asimismo, pueden contribuir a generar una actitud muy proactiva con respecto a la organización o entidad que las usa, con el propósito añadido de favorecer a una mejor visibilidad y posicionamiento de esta en el mercado.

Sin embargo, las redes deben ser vistas y trabajadas como un canal más de gestión complementaria, dentro de una estrategia de comunicación online que incluya al menos un sitio web o blog institucional y tenga bien trazados objetivos generales, específicos y a largo plazo, según refieren los especialistas.

En el turismo, donde las páginas web se impusieron por moda, y también necesidad, desde hace más de 20 años, y las campañas promocionales suelen tener propósitos marcados desde que se conciben, Facebook y compañía han servido para buscar y mostrar protagonistas, tanto entre viajeros como entre esas muchas personas que hacen posible que funcione un proyecto hotelero o un destino.

Por otro lado, permiten ahondar en las fotos, videos y testimonios que emiten los turistas frente a los paisajes diversos que se ponen ante sus ojos, y al mismo tiempo, se abren con el ánimo de analizar quejas e impresiones contradictorias, que pueden colaborar en mejorar día a día la propuesta que intenta brindárseles.

Esa dimensión más humana y vivencial del turismo que trasmiten las redes sociales, ha contribuido además a influenciar la comunicación que se hace fuera de ellas; e incluso, al reenfoque  de mensajes y conceptos en función  de nuevas alternativas de ocio que empiezan a sugerir los propios vacacionistas;  entes que se saben ahora más estudiados, pero también más activos en función de la experiencia de la que quieren disfrutar.

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