Habana 500: Vocación y deseo

06 de Julio de 2018 4:41pm
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Habana 500: Vocación y deseo

Durante décadas, sumida en el olvido, como una arteria más que bordeaba ese «valle de interesantes ruinas» en que casi quedó convertida La Habana Vieja, la Avenida del Puerto fue viendo decaer el esplendor, y derrumbarse sobre sí, el legado patrimonial que guardaban las industrias construidas en su entorno. Asentada sobre el terreno robado al mar para extender los lindes de la ciudad, comenzó su magnificencia con la construcción de la Alameda de Paula, primer paseo marítimo edificado en 1777 por el arquitecto Antonio Fernández de Trebejos, por orden del Capitán General Felipe de Fondesviela, Marqués de la Torre, procedente de la corte de Carlos III, e influenciado por la Ilustración francesa.

Con la creación de la Alameda en los antiguos terrenos del basurero de la villa, conocidos como El Rincón, la vida social se trasladó a sus inmediaciones y fue entonces que la ciudad verdaderamente se extendió al mar. Teniendo como origen un paseo, no es de extrañar que la Avenida del Puerto surgiese como una especie de balcón que sustituyó las antiguas murallas de mar, que bloqueaban el acceso a La Habana. Su paulatina expansión partió de este sitio hasta alcanzar las inmediaciones de La Punta, quedando establecida como antesala del Malecón.

Dividida en cuatro tramos fundamentales, el primero, desde La Punta hasta el Muelle de Caballería; el segundo, desde el conocido «Cubo», Cámara de Rejas del Alcantarillado de La Habana, hasta los Almacenes San José, uno de los primeros espacios intervenidos; el tercero, desde ese lugar hasta La Coubre; y un cuarto, hasta Cancedo, a partir de 2009 ha sido objeto de un proceso aleatorio de restauración y rescate, como un espacio de comunión entre la urbe y el mar, renovado como principal acceso al Centro Histórico.

Entre sus valores actuales, posee importantes obras ya concluidas y otras en realización, incluidas dentro del amplio programa de acciones previsto para celebrar el advenimiento del aniversario 500 de la ciudad.

En la presentación del proyecto ante los medios de comunicación, refiriéndose a lo que se ha logrado hasta el momento en esta arteria: desde el rescate de la Alameda de Paula, coronada por su Iglesia; los Almacenes San José y el Antiguo Almacén del Tabaco y la Madera, hoy convertido en un establecimiento comercial, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, apuntó que el plan de restauración de la Avenida del Puerto es decisivo para la imagen del Centro Histórico como Patrimonio de la Humanidad, como también lo es la purificación de las aguas de la bahía: todo un desafío.

Y en aquel momento expresó:
«Hemos roto y agrietado los muros que se colocaron en torno a Cuba. Cuba está aquí y gracias a su presencia y permanencia, el mundo viene a ella. Si eso es verdad, todos debemos cuidar lo que con un enorme esfuerzo la nación ha hecho. Yo diría que la Oficina del Historiador no es más que el rostro de la nación en estas tareas, en este empeño.

«Cuando colocamos una flor, un árbol, un banco, una luminaria; cuando restauramos un monumento, un edificio; cuando creamos viviendas, escuelas, hospitales; cuando abrimos a la peatonalidad las plazas y los jardines, aspiramos a que todo el mundo ame eso.

«Todo el que viene a Cuba y a La Habana se encanta con la arquitectura de una ciudad maravilla, que por votación mundial ocupa ese lugar. Todo el mundo se maravilla de la ciudad ecléctica que en distintos espacios muestra nuestro carácter, nuestra forma de ser. Lo que más sorprende, lo que más se estima, lo que más se aprecia es el pueblo, la capacidad de la gente de ser hospitalaria, de recibir. No alcanzarían todas las autoridades del mundo para al lado de cada ciudadano, tratar de mantener el diálogo equilibrado, justo, educado con los que vienen y han de venir. Eso tiene que ser el resultado de una vocación y de un deseo».

Y es precisamente por una vocación y un deseo que la Avenida del Puerto, célebre arteria habanera robada al mar para crear un espacio de esparcimiento y circulación desde tiempos de la colonia, se presenta en la actualidad como un renovado mirador que se abre a la bahía, donde tienen cabida el patrimonio industrial y cultural, arte, economía y turismo, en el mismísimo corazón de una ciudad latente, viva y ante todo cubana.

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