Ecuador: Espiritualidades comunes y diferentes

04 de Julio de 2016 1:23pm
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Ecuador: Espiritualidades comunes y diferentes

Aparentemente inclusivo, el concepto de mestizaje es cuestionado por la antropóloga María Amelia Viteri, quien nos acerca a la ecuatorianidad, proponiendo un turismo crítico y responsable.

El  Proyecto Espiritualidades recorrió desde octubre de 2015 hasta abril de este año todos los museos del Distrito Metropolitano de Quito, Ecuador, con una propuesta que convocó a repensarnos como seres humanos, multiétnicos y diferentes. A propósito de este acontecimiento, la revista Excelencias entrevistó a su coordinadora, María Amelia Viteri, Profesora-Investigadora en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).

Al igual que otras culturas latinoamericanas, la ecuatoriana es el resultado de una mezcla de razas y migraciones. Sin embargo, ¿cómo podría definirse? Desde su visión, ¿qué la hace distintiva?

En lugar de homogenizarnos entre mestizos y/o indígenas o las comunidades afrodescendientes –que ni siquiera aparecen en el imaginario étnico racial del país–, sería muy útil pensar en lo étnico como flexible, maleable y no inmutable.

Me parece excelente lo que está sucediendo en este lado de las Américas para revisitar esa oda al mestizaje, que puede ser muy asimilacionista y borrar nuevamente la historia estructural, racial, desigual de la historia andina, de Ecuador y de Las Américas.

La diferencia no es el problema, el problema es que en el concepto de mestizaje se jerarquiza la diferencia. Con el tema de la colonización, la esclavitud y la cierta diferencia que es salida de una norma –en nuestro caso salida de la norma española–, se la ve como a menos, menos humana, menos inteligente, menos importante. Por ende, la diferencia no es el problema, sino cómo se la construye.

Aunque no se encuentre en la llamada Cuenca Caribeña, Ecuador comparte espiritualidades y manifestaciones culturales similares a las de los países caribeños. ¿Cómo valora el mestizaje en la conformación de la cultura ecuatoriana?

En el país han existido migraciones de diferentes continentes a lo largo de su historia, lo que va mucho más allá de un mestizaje construido principalmente en este lado de las Américas, como la mezcla entre indígena y europeo, particularmente español. Ahí nuevamente, en lugar de ser un reconocimiento que cambia la estratificación social y racial, deja de lado a todos los que no calzan en esta clasificación, dejando lo blanco sin marcar, por ejemplo.

Así, dentro del concepto de mestizaje, no solo no has resuelto estos términos, sus categorías y su impacto, sino más bien estas cobran una fuerza en este aparentemente homogéneo mestizaje, donde todos somos mestizos, cuando no lo somos; es decir, no pensando desde lo racial, más allá de quiénes eran nuestros ancestros y cómo se mezclaron, sino pensando en qué invisibilizas, qué historia estructural, racista, se está diluyendo con un término, aparentemente reivindicatorio.

La globalización como fenómeno económico y social tiene un impacto innegable en los procesos culturales de los países. ¿Cómo valora el papel de Ecuador en la preservación de su patrimonio cultural?

La etnicidad no se puede ver como única y estática, sino como maleable, flexible, se reconfigura. Algo que hay que redefinir es qué entiendes por etnicidad, qué entiendes como “ecuatorianidad”, cuando tienes más de 3 millones de ecuatorianos viviendo en el exterior y tienes una historia de migración de varios siglos.

Así que debemos evitar los purismos, sobre lo afro, indígena, campesino,… porque no hay una receta para ocupar y hacer estas categorías, porque están en constante redefinición.

Por ejemplo, cuando hablamos de los jóvenes ecuatorianos, que se estiman en 1.5 millones en la ciudad de Nueva York y muchos no hablan español, cuando les preguntas se reconocen como más ecuatorianos que cualquiera. ¿Cómo? Han crecido comiendo comida ecuatoriana, han venido muy seguido, tienen muchas raíces y conexiones con el país, que van mucho más allá de lo que podríamos definir como ser ecuatoriano.

Hay mil formas de ser ecuatoriano que están constantemente en disputa. Yo creo que esto es positivo, porque no queremos una receta nacional de quién puede ser ecuatoriano o no, sino mantenernos flexibles para incluir nuevas ecuatorianidades pero, sobre todo, tratando de enmendar este pasado que ha invisibilizado las comunidades indígenas.

Entonces, el reto sería cómo salir de esta estratificación económica, racial y social, basada en una herencia colonial.

Estos procesos son diferentes en todos los países. Ecuador se enmarca dentro de los procesos vividos en la zona andina. En el Mercosur, los procesos históricos que dan resultado a estos, han sido muy diferentes. En Estados Unidos, el sistema de clasificación racial es blanco y negro, por su historia; mientras que en América Latina es blanco e indígena, lo negro aparece poco, se desarrolla mucho más en el Caribe.

Tenemos contextos diferentes, lo que sí nos une es el impacto negativo en las desigualdades,en base a esa estratificación.

¿Cuáles considera sean los mayores atractivos culturales de Ecuador para quienes lo visitan? ¿Cuáles serían, en su opinión, los lugares o experiencias culturalmente icónicos que uno no debe perderse si va a Ecuador por primera vez?

Hay tantos que me cuesta mucho trabajo pensar en una lista, además de los sitios mundialmente conocidos, como Galápagos, el Centro Histórico de Quito –con la arquitectura colonial republicana– y Cuenca, como íconos entre arquitectura, historia y tradición.

En Imbabura hay varios mercados indígenas, y es una zona entre lagos con una historia absoluta. Aquí encuentras comunidades afro, indígenas y más; esto se explica por la migración tan intensa que se ha dado desde siempre en Ecuador. Hay un sin fin de comunidades afro que no están situadas en Esmeraldas ni en el Chota, como lo cree el imaginario general.

Recomiendo mucho el Tren Crucero, que recorre básicamente todas las regiones del país, para en diferentes lugares y aprendes de su historia. Puedes optar por los tramos cortos del ferrocarril, que te lleva a cada pueblito y son muy económicos, te permite mirar lugares que ningún auto va a llegar. Hay trayectos que unen sierra con costa y otros que van de la sierra al bosque húmedo nublado. Las eco-rutas, como la del Quinde, te llevan desde la sierra al bosque húmedo tropical y pasas pueblitos, como Nono, cada uno con su historia y sus características. Esto no creo que se puede hacer en otros países y sigue siendo una delicia, a la gente le gusta contar sus historias y puedes tener un panorama único. Son lugares paradisíacos.

Tenemos la Amazonía. Navegar el río Napo es inolvidable. Aprender de las comunidades indígenas y cómo viven en relación con su entorno, con esa vitalidad que hemos perdido tanto como humanidad, con esa separación de qué consideramos humano y lo humano como lo más importante.

Las haciendas también se han convertido en lugares de turismo. Lo que sí se debe hacer es evitar mirarlas como lo que han sido y lo fueron, lugares de absoluta estratificación de clases, social y racial. Es importante conocerlas con este legado histórico, sin borrar la historia en nombre del turismo, sino reconocerlo, visitarlas sin ese romanticismo con el que pueden mostrarlas.

Lo mismo pasa con la folclorización de las comunidades indígenas y afrodescendientes, que es otro de los temas que se ofrecen en cualquier lugar, pero que los mismos turistas pueden evitarlo si se informan mejor antes de llegar a este país, que es un pequeño paraíso.

El Pululagua, que es una joya, siendo este un cráter activo con una población a la cual tienes acceso caminando y en auto.

Propongo hacer un turismo crítico, lo que significa salir del marco específico, más común, y buscar en ese viaje experiencias que te hagan más humano, más persona. Idealmente, que te permitan apreciar la diferencia, en un sentido más equitativo con otras personas que no piensan, no se ven, no hablan el mismo idioma que tú.

Un turismo crítico podría ser muy positivo, no solo para Ecuador, sino el mundo entero.

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