Cuba se actualiza

15 de Enero de 2014 1:12am
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Cuba desarrolla actualmente un proceso de cambios estructurales y de concepciones con vistas a elevar la eficiencia económica, incentivar las fuerzas productivas y promover el bienestar social.

El desafío que está planteado, según la óptica de algunos analistas, es probar que Cuba  está en condiciones de modificar una parte sustancial de los métodos de trabajo y normas organizativas que han regido en la isla durante largas décadas, sin afectar el rumbo socialista del Estado.

Para otros, mientras tanto, es necesario que el país avance por un camino inédito, que indiscutiblemente entraña riesgos, pero que es el único que puede conducirlo al desarrollo de sus valores fundamentales, tanto morales como materiales, y por esa vía transitar hacia un socialismo próspero y sostenible.

En los documentos oficiales este proceso se denomina Actualización del modelo económico y social, aunque ya en los años precedentes se habían adoptado medidas de tanta trascendencia como la puesta en marcha del trabajo por cuenta propia y la entrega en usufructo de tierras ociosas del Estado a trabajadores que las cultivaran.

A finales de 2010 fue publicado el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, el cual se sometió al debate público en asambleas de vecinos a lo largo de todo el país.

Como resultado de esa consulta popular y las deliberaciones del VI Congreso del Congreso del Partido Comunista de Cuba (abril del 2011), fueron aprobados más de 300 Lineamientos que abarcan desde el modelo de gestión económica y las políticas macroeconómicas hasta la política social en sus diversos campos.

Los Lineamientos se caracterizan por estar redactados en un lenguaje conciso y directo. Uno de ellos, por ejemplo, convoca a “promover la oferta de productos alimenticios que propicien el logro de una alimentación balanceada, así como priorizar la venta de ropa y calzado, de efectos electrodomésticos, bicicletas y piezas de repuesto, materiales de construcción y de ferretería, mobiliario, ajuares del hogar, entre otros, como política de desarrollo del consumo”.

Estos objetivos, como se puede apreciar, son modestos, elementales, pero no hay duda de que el poder garantizar su disfrute representa una mejoría en las condiciones de vida de muchos trabajadores.

La sociedad cubana presenta distintas facetas que, a veces, desconciertan a quienes llegan a la nación antillana para “descubrirla”. Así se puede comprobar que los cubanos han logrado un promedio de longevidad de 78 años y prácticamente no hay adultos iletrados. Al mismo tiempo, la tasa de mortalidad infantil se parangona con las de países altamente desarrollados y las cifras de estudiantes universitarios superan las de cualquier otra nación latinoamericana.

Sin embargo, también encontramos un crecido número de trabajadores y jubilados cuya alimentación requiere ser subsidiada porque su retribución no les alcanza para cubrir tales necesidades, o existen familias que tienen que esperar largos años para reparar  sus viviendas ya que los materiales de construcción escasean y los revendedores cobran precios inaccesibles.

Además de los efectos negativos del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, que rige desde hace medio siglo, rechazado durante más de dos décadas en la Asamblea General de la ONU, Cuba no ha podido aún recuperarse de los daños causados por los huracanes que la azotaron en años recientes.

Solamente en 2008, las pérdidas remontaron los 20.000 millones de dólares y el producto interno bruto (PIB) descendió entonces, de un año a otro, de 4,1 a 1,4% de crecimiento anual. Después, ha oscilado entre el 2 y el 3%, cifras que resultan insuficientes para que el avance macroeconómico se haga notar en la vida cotidiana de las familias cubanas.

Junto con los perjuicios externos derivados de la crisis global, en la economía cubana también influyen otros males de origen interno, como los causados por la ineficiencia, el descontrol y la malversación, que subsisten a pesar de los esfuerzos por erradicarlos.

Al respecto, el presidente Raúl Castro advirtió que la aplicación de los nuevos lineamientos de la política económica y social demanda “el establecimiento de un clima permanente de orden, disciplina y exigencia en la sociedad cubana”, que definió como “premisa imprescindible para consolidar el avance de la actualización del modelo económico y no admitir retrocesos contraproducentes”. (1)

Con la experiencia de otros importantes acuerdos tomados en el pasado, que no se materializaron en la vida institucional del país, en el VI Congreso se creó una Comisión de Gobierno para organizar y controlar la implementación y desarrollo de los Lineamientos, la cual trabaja de forma ininterrumpida y es dirigida por Marino Murillo Jorge, uno de los vicepresidentes del Consejo de Ministros.

Difícilmente transcurre una semana sin que la Gaceta Oficial de la República publique alguna nueva ley o decreto que amplíe los marcos del modelo económico y social que se crea en Cuba.

Entre las medidas que flexibilizaron la legislación promulgada en años ya lejanos y situaciones muy diferentes a las actuales, se destacan la autorización de las ventas de automóviles y viviendas de particulares, la concesión de créditos bancarios a personas que deseen emprender obras por iniciativa propia, o la apertura para ciudadanos cubanos del alquiler de habitaciones en los modernos hoteles construidos en la isla para el turismo internacional, entre otras disposiciones.

Más de 400 mil cubanos trabajan en sus negocios por cuenta propia. A partir del reordenamiento de la economía, más de 2.000 restaurantes y 6.000 habitaciones de particulares están disponibles para el turismo nacional y extranjero. La gestión privada, tanto en gastronomía como en hospedaje, ya es parte y complemento de la oferta oficial del producto turístico cubano.

La lista crece constantemente, pero en su larga enumeración sobresalen por su trascendencia internacional la nueva Ley Migratoria, la puesta en servicio de dos millones de líneas de telefonía móvil y el acceso público a Internet mediante el pago de las tarifas establecidas.

En el año anterior, la nación comenzó a desarrollar transformaciones de mayor alcance, complejidad y profundidad, entre las que se destaca la decisión del Consejo de Ministros de poner en vigor el cronograma de ejecución de las medidas destinadas a establecer la unificación monetaria y cambiaria.

En Cuba circulan dos monedas, con tipos de cambio diferentes. El peso cubano (CUP) se cotiza a 24 por uno con respecto al denominado peso convertible (CUC), aunque desde el año pasado se autorizó un tipo de cambio especial de 10 por uno para determinadas transacciones, entre ellas las de cooperativas agropecuarias con hoteles y restaurantes estatales.

La nota oficial publicada a fines de octubre pasado, señala que los principales cambios en la primera etapa del proceso ocurrirán en el sector de las personas jurídicas, es decir, las empresas estatales, con el fin de estimular a las entidades que producen bienes y servicios para la exportación y la sustitución de importaciones, entre otros objetivos.

Los especialistas en los temas monetario y cambiario consideran que la fijación de un tipo de cambio no sobrevalorado, como sucede actualmente, y el establecimiento de una única moneda pueden influir positivamente en la eficiencia económica, aunque quedarían otros problemas por solucionar, como el aumento de la productividad, para lograr que el peso cubano pueda desempeñar todas sus funciones como medio de pago y unidad de cuenta.

En Cuba, nadie duda que todavía falta un largo y complejo camino por recorrer en la transformación  económica del país, pero sólo mediante este proceso será posible superar el inmovilismo, rectificar errores y abrir paso a las nuevas concepciones que exige el mundo actual.


(1) Intervención del presidente Raúl Castro Ruz en la sesión de la Asamblea Nacional del 7 de julio de 2013   

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